Vie 7 Jul 2006
… Tuvimos tantas ocasiones, perdiéndolas…
La estación de los amores(Franco Battiatto)
Se iluminó todo el espacio cuando ella, tímidamente, abrió la puerta que daba acceso al vagón, si bien es cierto que sólo yo parecí advertirlo. El resto de viajeros, sin excepción, siguieron enfrascados en sus propios pensamientos, el gesto serio y adusto, escrutando el suelo algunos, tratando de adivinar algún paisaje tras los sucios cristales los otros. Di gracias mil veces en mi interior por el hecho de que el único asiento libre fuese el contiguo al que yo ocupaba. Me levanté apresuradamente para dejarla pasar. Ella me miró directamente a los ojos y me susurro “gracias” -parecía que le daba miedo alzar más la voz y romper el silencio tenso y dominante del resto del pasaje-.
Juro que cuando me miró a los ojos dejó de existir todo lo demás y casi puedo asegurar que a ella le sucedió otro tanto. Se borraron los rostros serios, las caras tristes, las miradas furtivas y aceradas; en definitiva, desapareció el miedo, el terrible y frío miedo que impregnaba aquel vagón desde el primero hasta el último asiento. Entre susurros nos presentamos y fuimos abriéndonos el uno al otro, usando las pequeñas y viejas fórmulas que un hombre y una mujer han usado desde siempre. Nunca conocí en mi vida una mujer tan maravillosa y supe, con total certeza, que deseaba pasar a su lado todo lo que nos deparase aquel incierto viaje. Pese a las miradas de reprobación de los viajeros de los asientos de enfrente -un anciano esquelético, aburrido y gris y una señora ya mayor que nos miraba fijamente ladeando la cabeza- no dejamos de hablarnos el uno al otro en ningún momento, en voz muy baja, eso sí, e incluso disimulando cuando el rígido revisor pasaba a nuestro lado y nos regañaba con la mirada, tal vez por romper la paz de su rebaño. Cuando se acercó a nosotros, ambos sacamos del bolsillo nuestros billetes y él los inspeccionó, para luego taladrarlos con cara de hastío -recuerdo que pensé que aquel hombre necesitaba urgentemente unas vacaciones.
- La suya es la siguiente parada -le dijo a ella- No conviene que se despiste charlando.
Al oír esas palabras sentí (¿Cuánto hacía de aquello?), como si me disparasen en la boca del estómago. Ella debió darse cuenta.
- ¿La siguiente no es tu parada, verdad? Me preguntó, la mirada llena de resignación y pena, conocida de antemano la respuesta.
- No. No lo es -dije- Ojalá lo fuese. Hasta conocerte no me había importado.
- Puede que no sea tarde. Me dijo mientras el tren aminoraba la velocidad, presagio inequívoco y cruel de que se acercaba la próxima estación.
- Debería haberlo pensado antes de sacar el billete en ventanilla -cortó tajante el revisor que no había perdido detalle de la conversación- Ahora ya es tarde.(Me pareció apreciar un sonrisilla sádica en sus ojos de viejo amargado)
El tren se detuvo, el chirrido de sus frenos coincidió con el grito de mi alma que nadie oyó.
La puerta de acceso al andén se abrió de par en par y una nube de vapor, acompañada de un rayo de luz, inundó el vagón.
Ella se fue, atravesó esa nube, junto con la mitad de los pasajeros. Intenté seguirla pero el revisor, firme e inflexible, me lo impidió. Así la perdí de vista para siempre.
Cuando el tren reanudó su marcha, yo, apoyado en el cristal de la ventanilla, con los ojos húmedos y muertos, me di cuenta de la ácida ironía de haber conocido a la mujer de mi vida cuando ésta ya se había acabado; y pensé que fuese cual fuese el infierno que me esperaba en la próxima estación, no podía haber ninguna condena peor que saber que había perdido la oportunidad de pasar el resto de la eternidad a su lado; y me sentí mucho más muerto aún, que cuando conocí por primera vez la sensación de recibir un disparo en la boca del estómago.
7 de Julio, 2006 - 10:54
¡cuantas veces hemos dejado escapar la vida entre nuestros dedos, sin asiarla y estrujarla hasta saborear su última gota, su ultimo aliento!!
7 de Julio, 2006 - 11:45
Los dichosos trenes tienen esa tonta costumbre, nunca son el mismo y nunca tienen exactamente a los mismos pasajero, lo único que podemos tener claro, es que aunque tarde e incluso aunque los conductores estén en huelga, siempre acaba por pasar otro … aunque en principio la estación en la que esperamos nos parezca abandonada.
Oleadas de besos.
7 de Julio, 2006 - 12:57
Por eso hay que apovechar la soportunidades, en todos los estados de la vida, cuando se presentan. Dicen que el tren sólo pasa una vez por tu puerta, esperemos, al menos, acertar con el billete.
Un abrazo, Gabi
7 de Julio, 2006 - 13:14
Bueno, deduzco que la importancia del relato recae en la pareja de desconocidos, pero con su permiso, centraré mi comentario en el dichoso revisor… porque, cuántas veces olvidamos que nuestra forma de actuar, sin ninguna excepción, condiciona y deja huella en los demás…
Deberíamos mantenernos firmes en un propósito: no dejar que cada persona que se nos acerque se aleje sin ser un poquito más feliz…
Supongo que eso si pasó con la pareja; se separaron, pero no sin quedarse cada uno con el sentimiento de haber sido objeto de deseo… Eso mínimo saca una sonrisa a cualquiera! jeje
Besillos Gabi
7 de Julio, 2006 - 14:50
¿Y un viejo revisor amargado puede evitar que bajes en en la estación donde ella se queda? No me lo creo.
De los trenes, incluso se puede saltar en marcha: Aún estás a tiempo!
Agur
7 de Julio, 2006 - 15:17
¡Pero podría haberse bajado! ¿No? Aun así, si hablaron tanto, seguro que sabe más o menos dónde vive, en qué trabaja, dónde suele ir…
¡Un saludo, Gabi!
7 de Julio, 2006 - 17:27
Ese tren es el tren de la muerte ¿no? Los que bajaron es porque regresaban a la vida y nuestro amigo debió seguir porque no había regreso para el. En una primera lectura es lo que entendí. ¿Estoy cerca o volé demasiado lejos???
Besos y estaciones.
7 de Julio, 2006 - 19:19
Nop. En la segunda lectura quedó claro. Ella baja en la estación celestial. El sigue para el infierno. Cosas que pasan.
Besos y lecturas.
7 de Julio, 2006 - 20:38
jejejeje… mu wena la explicacion de DudaDesnuda…
7 de Julio, 2006 - 20:51
Los trenes… A veces se pierden, otras se tarda mucho en abandonarlos, hay que aprender a saltar en marcha o a encontrar trasbordos, y sobretodo no dejar que se crucen en nuestro camino revisores… Como siempre… cuanto sentimiento encerrado en tus palabras. Besitos de mariposa… miles, que sé que los has echado de menos, yo tambien el dartelos .
7 de Julio, 2006 - 22:47
Ideas: Demadiadas veces sin duda. Prometo no hacerlo más . Besos.
Mareablanca:Casi siempre pasa otro, si. Por lo menos mientras no nos disparen en la boca del estómago. Oleadas recibidas y devueltas
Trini: El “protagonista” descubrió tarde que debería haber tenido más cuidado al “comprar” el billete. Besos.
Rocio: Habría que estudiar a fondo las consecuencias del deseo no satisfecho, de cualquier forma, comparto tu opinión sobre lo de la forma de actuar de la gente y sus consecuencias sobre los demás. El revisor de mi historia, en concreto, me cae bastante mal, de hecho no le soporto, afortunadamente nunca he creido demasiado en revisores de ese tipo. Besos gordos y grandes para pasar el fin de semana.
JuanCosaco: Del tren de mi inventada historia te juro que es imposible saltar, aunque conociendote estoy seguro de que tú no dejarías de intentarlo . Un abrazo.
Carlos: Cuando el revisor de la historia dice que no se baja, no se baja. Te pongas como te pongas; y me temo que a dónde van cada uno de ellos ni hay teléfono, ni internet, ni creo que trabajen. Bueno, él igual sí, que pa’ condena eterna el trabajo de cada día. Un abrazo.
Dudadesnuda: Premio para la señorita…. en la segunda lectura. Para otro relato me queda analizar quién estuvo mejor después, osea ¿dónde se vivirá mejor en la estación celestial o en el apeadero del infierno?. Anticipo antes de generar debates que los únicos andenes en los que creo están en la tierra. Besos.
Zarem: Como decía Sabina los trenes son animales mitológicos, invitan a soñar con huidas y libertad. Lo difícil es acertar con los trasbordos. Estoy empezando una colección de besos de mariposa de las que quitan el hipo
8 de Julio, 2006 - 1:22
Primero que todo.. quiero dejarte un abrazo enorme en tu regreso, porque la verdad me hiciste falta!!
Volviebdo al tren te digo que la vida esta llena de ironias. ironias que nos van matando poco a poco aun me pregunto cual es la razòn detras de todo esto. La vida esta llena de artimañas de “causalidades” que no son lo que parecen.
Otra vez: Bravo, Bravo You are back!!
9 de Julio, 2006 - 16:33
Sí, se puede interpretar de varias formas tu relato, Gabi. Pero a mi me rompe rompió el alma estas palabras:
“El tren se detuvo, el chirrido de sus frenos coincidió con el grito de mi alma que nadie oyó.”
Siempre, aún en el medio de la nada, en algún lugar del universo, el grito del alma es oído.
Feliz domingo, Gabi. Gracias por volver a escribir.
Un abrazo.
9 de Julio, 2006 - 23:46
Es cierto q muchas veces dejamos pasar el tren por temor o por cualquier otra razón, pero si estaba tan seguro de lo q ambos sentían, pq no se bajó en esa parada, q antes de pestañear, ya sabía q tendría futuro?
besos
10 de Julio, 2006 - 11:19
Yamile: Gracias por el abrazo. Descubrir que son en vez de lo que parecen es un trabajo arduo, pero merece la pena. Besos.
Insanity: Cualquier relato tiene dentro tantos relatos diferentes como lectores y algunos incluso más porque los mismos ojos pueden descubrir cosas diferentes en cada lectura. Esos son mis preferidos porque están siempre vivos. Escribir es un placer al que he descubierto que me es imposible renunciar. Lo mismo que a tus saludos y a tu afecto.
Diablilla: Tal vez no se baja porque, a veces, es demasiado tarde. Afortunadamente solo a veces. Besos.
10 de Julio, 2006 - 13:08
Ha sido un placer entrar en tu blog y encontrarme con un relato tan hermoso…
Bicos.
10 de Julio, 2006 - 13:47
Bueno, bueno, bueno, el azar y el destino son así de caprichosos, pero Sr Gabi, yo no me hubiese bajado del tren por mucho revisor borde que se me ponga por delante y aun sabiendo que el infierno sea la próxima parada.
Besos tricolores.
10 de Julio, 2006 - 16:19
Muralla: Placer es tu visita y leer tus textos. Gracias por ello.
Elen: Pobre del revisor que se te ponga a tí por delante. ¿Puedo elegir yo los Colores?. Besos.
Pdta: Hay mundos dormidos esperando que vuelvas y los despiertes.
10 de Julio, 2006 - 17:35
Tú crees q se es demasiado tarde cuando se trata de amor y correspondido?
besos
1 de Agosto, 2006 - 12:17
Me encantan los trenes y sus historias, no lo puedo evitar. Me ha recordado un cuento de Nabokov, Una cuestión de suerte. No sé por qué pero el tren es una cicatriz de destinos trágicos. Besos, Patricia.
14 de Febrero, 2007 - 2:16
bueno, lo lei de sus cuentos completos de alfaguara, el la edicion que tenemos en latinoamerica, y me parecio fabuloso , bueno una especie de espejo o espelho, como gustan mis hermanos brasileros.
a pesar de ser tan liberal lindando lo reaccionario nabokov es un escritor de la puta madre y hay que leerlo