Vie 10 Mar 2006
El gran árbol y el flexible junco se habían visto nacer el uno al otro. Desde que germinaron sus respectivas semillas en la loma de aquella colina extraordinariamente yerma (completamente yerma se podría decir si no fuese por aquel incipiente árbol y aquel joven junco) no habían gozado de más compañía que la que podían proporcionarse el uno al otro, y la ocasional visita de algún ave migratoria cansada y despistada. Dirán los doctos y documentados que es realmente extraordinario encontrar un junco así, sólo y aislado; bien, es posible; yo no soy docto ni documentado y me limito a trasmitir la historia tal cual me la contaron. Nunca se me ocurrió fijarme en ese dato, de igual manera que nunca cuestioné que pudiera existir la amistad entre un árbol y un junco. Porque eso es lo que me contaron que ocurrió, que juntos soportaron granizos y tormentas, mañanas de sol abrasadoras, heladas y aguaceros; y que todo eso les hizo amigos. Amigos; con toda la fuerza que arrastra la palabra amigos.
El único punto que les distanciaba, era cuando se enzarzaban en eternas discusiones sobre si era más adecuada la táctica de uno o de otro para enfrentarse a los fuertes vientos que, con frecuencia, asolaban su triste colina. Paradójicamente firme en sus convicciones, el junco defendía la necesidad de plegarse ante el viento, de dejarle pasar, de tumbarse si era necesario. Por el contrario, el árbol se empeñaba en que no habría nunca viento que pudiera con sus sólidas raíces, y proclamaba orgulloso ante el junco y ante las aves que a veces acudían divertidas a escucharle, que prefería morir de pie que vivir siempre arrodillado (Él defendía la autoría de esa frase, aunque una insistente garza africana le rebatía insistente afirmando haberla leído en camisetas y posters de seres humanos).
Cuando discutían por aquellas cuestiones, el árbol solía llamar al junco ramita escuálida, a lo que el junco acostumbraba a responder llamándole “alcornoque”. Las hostilidades podían entonces enconarse, hasta llegar al punto de dejar de hablarse días enteros.
En la tercera noche desde que empezara uno de esos periodos de amargo desencuentro, sopló un viento descomunal, como nunca ninguno de los dos había visto. El junco bailó al son del vendaval, plegándose a sus exigencias. El árbol, apretando firmes sus ramas y sus raíces, se encaró contra aquella furia desbocada. Se hizo la oscuridad, ocultando a cada uno la lucha del otro.
A la mañana siguiente el junco se alzó sacudido y conmocionado pero vivo, sólo para descubrir a su lado un gran agujero negro, justo en donde antes el árbol aposentaba sus raíces. Más lejos, al pie de la colina, contempló el tronco tendido y mutilado del árbol.
Sois libres de pensar que esta es la historia de siempre, con la acostumbrada moraleja de ser flexible como el junco y adaptarse a los vientos. Yo también lo pensaría si no fuese porque yo sé que el junco deseó no haber tenido razón, que ni por un instante sintió el orgullo de que se hubiesen demostrado sus teorías, que sólo sintió una inmensa pena cuando vio el nudoso cuerpo de su amigo en el suelo, que se adueño de él la sensación de soledad más absoluta que se pueda sentir, y que, desde ese momento, suplica para que vuelva a alzarse un fuerte viento que lo lleve al lado del único amigo que conoció. En realidad, el junco no acabó nunca arrancado por un golpe de viento, sino que pereció aplastado, víctima de las innumerables patas de un rebaño trashumante a su paso por la solitaria colina. Hay quien dice que al árbol nunca le habría pasado esto.
Os preguntaréis entonces dónde está la moraleja de esta historia. No lo sé, buscadla vosotros mismos, porque yo la desconozco. Puede que no oculte ninguna enseñanza, o tal vez, puede que oculte muchas. En realidad, a mí nunca me gustaron las historias con moraleja.
10 de Marzo, 2006 - 19:24
A veces detesto tener razón.
A veces detesto ser flexible.
A veces detesto ser todo lo contrario.
Y solo a veces me doy cuenta de que la vida está compuesta por todos estos contrastes, sin que podamos huir de ellos y lamentablemente sin que seamos capaces de nutrirnos del mensaje que encierran.
Saludos
10 de Marzo, 2006 - 20:56
ni tan flexible, ni tan intransigente…todo en su justa medida!
Bella historia, cada vez te superas!
Saludos, Bro!
10 de Marzo, 2006 - 21:13
Lástima que por sus diferencias, ni siquiera se despidieron antes del fin.
Besos y ausencias.
10 de Marzo, 2006 - 22:19
Yo creo que hay vientos que se encaran siendo flexible y que ante otros no hay que doblegarse, aunque eso quien lo sabe? La vida hay que vivirla intuitivamente y con pasión, es lo único que tengo claro, o no? Besitos de mariposa ventolera .
11 de Marzo, 2006 - 4:26
Una palabra
Silencio
5comentario. Profundidad. Sinceras felicitaciones.
11 de Marzo, 2006 - 13:15
Bonita parábola. Ahora en nuestras cabezas les pondremos nombres y apellidos, lugares y situaciones. ¿O debemos aprender criptografía?
11 de Marzo, 2006 - 13:46
No me gustan los cabezones ni las veletas, ni las veletas cabezonas, ni los cabezudos veleteados… En cualquier caso me dan pena los dos.
Jo! Gabi, a mí me gustan las moralejas, así que aquí le “planto” la mía: sembremos un jardín de posibilidades en la colina donde yacieron el junco y el árbol.
Oleadas de besos germinados.
11 de Marzo, 2006 - 23:29
La lectura de tu relato me pilla justo en el momento posterior a una larga charla telefónica de orgullo, en la que, como no… hemos terminado peleados. Parece que alguien se encargó de ponerme tu texto delante de mis narices para sentir que, ya te doblegues o le plantes cara a los cambios… estar juntos es lo importante. Y eso que no quería sacarle moraleja!! bueno, no te lo tomes como tal .
12 de Marzo, 2006 - 9:48
Gabi. Excelente texto. Por otra parte, tu blog parece cada día más el anuncio de AXE. Sin acritud
12 de Marzo, 2006 - 14:08
MDM: La vida es una mixtura de contrastes de la que nadie parece tener la fórmula. Habrá que seguir buscando. Besos.
Gusgo: Como en casi todo, en el término medio está la virtud. Un abrazo.
Dudadesnuda: Eso es lo que mayor dolor le produjo al junco. Besos.
Zarem: La vida hay que vivirla lo mejor que se pueda . Hay quien necesita vivirla con pasión (necesitamos) y hay a quien esa pasión le horroriza. Besos con pasión.(Castos y puros eh!)
Insanity: Gracias. Me encanta interpretar tus silencios .
Beaumont: A mi me gustan las historias, los cuentos, las canciones, los poemas que dejan puertas abiertas para que el que lo lea se sirva. La misma historia leida por dos pares de ojos distintos ya no es la misma historia. Un abrazo.
Mareablanca: Me gusta tu moraleja. . Muy bien plantada.
Mayka: Yo no me lo tomo como moraleja, pero tú no dejes que os arrastren lejos los malos vientos. Besos.
Heliopolis: Gracias. Estoy intentando lograr la paridad de genero en los comentarios, pero es complicado. ¿Habrán inventado un filtrador web de sexos? . Un abrazo.
12 de Marzo, 2006 - 15:43
buena combinación, los cabezones y las veletas juntos son geniales =)
12 de Marzo, 2006 - 16:01
Bueno…si a tí no te gustan las moralejas…yo no puedo con los finales infelices
Yo de todas formas prefiero ser junco…no creo que sea adaptativo (ni divertido) permanecer quieto limitándose a sobrevivir.
Besos primo
12 de Marzo, 2006 - 16:14
Bueno, supongo que ambas formas de enfrentarse al viento son necesarias, ninguna descartable… lo único a lo que no terminaremos de acostumbrarnos es a sobrevivir a aquello que quisimos, aunque siempre queda aquel dicho de ‘no te entristexcas porque terminó, alégrate porque sucedió’…
Besos sureños Gabi
12 de Marzo, 2006 - 17:47
La fuerza del viento pudo con ellos. Sin embargo mantuvieron sus convicciones hasta el final. Y a pesar de sus diferencias, estuvieron juntos hasta el final.
Pero sigo pensando…
Besos.
13 de Marzo, 2006 - 1:31
¡Hola Gabi!
La historia no me parece que tenga una moraleja, sino “multimoralejas” o “contramoralejas”. Si en su desenlace hubiese sido el típico cuento con moraleja, hubiese tenido dos versiones, dos hisorias distintas: una que certifica la visión del árbol (no arrodillarse ante los malos tiempos) y otra con la del junco (ser flexible). Pero la historia acaba con ninguna de las dos moralejas, no prevalecen. Y me parece más creíble, pues no existe ninguna moraleja que sirva para todos los momentos de la vida, ni ninguna ideología válida para cualquier situación. Cada una elige la suya, y aprender es lo único que esperamos para adaptarnos a los vientos venideros, del mejor modo que consideremos. Y si estamos juntos, mejor.
¡Un saludo!
Estoy en www.cantautoresmudos.blogspot.com
13 de Marzo, 2006 - 13:39
Pues yo creo que ambos, a su manera, tenian razón. Y tambien creo si ante el viento hubiesen estado unidos, habrían podido con el. O bien plantanole férrea cara los dos a una o bien flexionándose ambos a un tiempo. En fin … A mi si me gustan las historias con moraleja, lo que no hago muchas veces es acatarlas.
Un abrazo
13 de Marzo, 2006 - 15:40
Allá va mi comentario, que ya estabas echando de menos ¿no?:
Creo que, como ya ha dicho alguien más, ninguna de las opciones es mejor que otra: a veces hay que ser firme en las convicciones y muchas otras flexible, adaptable…depende de qué vientos o qué ovejas tengamos que “lidiar”. Ya sabes que a mi me va el término medio en casi todo, en esto también. Besazos.
13 de Marzo, 2006 - 18:15
Stalmat: Polos opuestos…. Un abrazo.
Seleka: Con lo que me gustan a mi los finales infelices, que te dejan con regusto amargo, como pensando: “esto se parece más a la vida que a una historia”. Besos.
Rocio: Tal vez lo bueno sea ser un árbol flexible, capaz de adapterse al viento, y lo suficientemente grande para dar sombra y sobrevivir a los rebaños trashumantes. O tal vez sea pedir demasiado. Besos.
Reflejos: No tengo claro si merece la pena mantener las convicciones hasta el final, sobre todo en el caso de estas sean el motivo de tu final. No lo sé… Sigo pensando.
Carlos: Me alegra mucho ver que te decidiste a abrir tu blog . Iré a visitarte con detenimiento. Cojo tu comentario como mio propio. Un abrazo.
Trini: A mi en el fondo también me gustan las historias con moraleja, sobre todo para sarlas la vuelta, ponerlas del revés, y ver si aguantan una buena sacudida. Besos.
Náyade: Gracias a ciertas personas amantes de los términos medios, algunos “extremistas” podemos ir por el mundo sin demasiadas heridas. Gracias por ello. ¿Lidiar ovejas?. )
13 de Marzo, 2006 - 20:14
Lo que está claro es que todos los seres vivos, los que no, los elementos tienen su punto vulnerable. Ese talón de Aquiles que los hace frágiles. Y que cada uno se defiende con las armas que tiene a su alcance.
Me he sentido tan mal como el junco, sobre todo porque pienso que el árbol en un último momento se dejó tumbar por el viento, como su amigo, pero él no era flexible…
Anda que no nos haces pensar, Gabi…
Bonito cambio de imagen.
Besitos.
13 de Marzo, 2006 - 23:04
Yo también , como tú me quedo pensando. Nunca podemos preveer cómo vamos a actuar…Me encantan tus finales abiertos , donde me dejas con la mirada , perdida, buscar el punto de luz.
Felicitaciones por este texto Gabi
Y mil besos.
13 de Marzo, 2006 - 23:47
vaya! la cosa va de árboles… leiste mi último cuento?Como siempre me gustó el tuyo, huelga ya decirlo casi.
un abrazo fuerte
14 de Marzo, 2006 - 0:39
Creo que no viene a cuento, pero al leer tu relato -precioso, por cierto- me ha venido a la memoria un proverbio Senegalés que dice “cuando los elefantes pelean, la hierba es la que sufre” … y cómo ha sido una asociación libre, asociada a la lectura de tu relato, pues la dejo aquí
Un abrazo entrañable
Hannah
14 de Marzo, 2006 - 12:32
No hay moraleja posible. En realidad, todo acaba mal, como en la vida, no hay mucho más que ofrecer…
14 de Marzo, 2006 - 14:19
la moraleja es que no hay moraleja porque existen multitud de lecturas, creo que habría que “escuchar” al viento, el tercero en discordia…
14 de Marzo, 2006 - 16:39
Melytta: Me gusta la imagen del árbol intentando adoptar la táctica del junco. Besos.
Esencia: “Nunca podemos preveer cómo vamos a actuar…” Por experiencia, esa frase es una de las pocas cosas que tengo por ciertas. Besazos.
Leo: Sí Nos ha dado a los dos por irnos por las ramas. Me gusta que te gusten, y no huelga decirlo
Hanna: Pues lo que le faltaba al junco, una pelea de elefantes . Muchos besos.
Mmori: Tal vez ese mal final de la vida del que hablas, pueda ser en si mismo una moraleja, pero eso no es un consuelo no?
Ella: The answer is blowing in the wind? Puede ser, me había olvidado de ese personaje.
14 de Marzo, 2006 - 18:07
Que no te comente, no significa que no te lea
Volveré pronto, ahora no es buen momento
Besos en blanco y negro.
14 de Marzo, 2006 - 18:18
Respuestas para todos los gustos, igual que la historia. El termino medio que dicen por ahí sería lo ideal, pero yo soy incapaz. Cabezota como el árbol y esquiva como el junco…
Un beso.
14 de Marzo, 2006 - 18:22
Elen: Lo que me inquietaba no era la falta de comentarios, sino que estuvieses bien. . Espero que esos besos se tiñan rápido de colores. Besos.
10 de Julio, 2010 - 1:05
Me encantaria ser flexible como un junco, pero soy como el arbol…
1 de Octubre, 2010 - 20:37
Dios es perfecto, buscando estaba un cuento para un sermón que he preparado acerca de la Vulnerabilidad del ser humano,y justo encuentro este cuento que me parece muy bello, donde puedo aprender que según las circunstacias de la vida,unos seres humanos son más vulnerables que otros, sin embargo en definitva todos estamos expuestos a situciones que nos harán vulnerables, por eso dependamos de Dios para enfrentar la vida.
16 de Septiembre, 2012 - 4:15
es buenisima la historia ,son dos formas de luchar por sobrevivir ,el arboles fuerte,energico y verlos es sensacion de vida,fortaleza,sentir que siempre estara alli el junco no deja de ser igual de importante,es vida pero no es tan fuerte como el arbol,el arbol alto,grande ppero inflexible y el junco bajo pequeño y flexible,creo que el arbol se equivoco al pensar que nada le tiraria le gustaba pensar que preferia estar siempre de pies pero tampoco tenia otra opcion no?el arbol es rigido pero el junco sabia estar de pies y tumbado por eso el viento no le arranco pero si murio pisoteado por rebaños cosa que al arbol es muy dificil que lo pisoten cabras y demas,el junco seguro que no se sintio ganador por ver al arbol arrancado sintio pena seguro ya no por quedarse solo que tambien pero porque sabia que en unas de esas ventiscas su amigo moriria por muy fuerte que fuese el viento con sus rafagas lo debilitaria y el pereceria si puedes moverte y evitas muchas de esas rafagas no te devilitas tanto creo que es como ni el mas fuerte siempre gana ni el mas debil pierde si no fuese por que al junco le pisan seguiria de pie?creo que si no?
9 de Julio, 2016 - 10:17
Son muchas las cosas que se pueden tomar de la historia y cada cual es valida todos pensamos muy diferente yo en particular lo veo de que hagamos lo que hagamos siempre debemos tener algo seguro y es la muerte sea cual sea la manera de enfrentar la vida flexible o fuerte, recuerdo una profesora que decia si quieres ser recordado debes defender una posicion es decir o es blanco o es negro y también recuerdo que todo extremo es malo entonces como les digo creo que a veces hay que tomar ciertas posiciones frente a determinados eventos en nuestra vida en este caso yo frente a la tormenta prefiero quedarme quieta y esperar a que pase todo para luego ver que viene… De que me sirve luchar contra situaciones inevitables o con las que realmente no se puede uno enfrentar…