Lun 30 Ene 2006
Abrió los ojos lentamente. Los párpados se alzaron, pesados como yunques. La visión tardó en acomodarse nuevamente en sus pupilas. Cuando volvió, él deseó que no lo hubiese hecho. Cincuenta pisos más abajo apenas se podía distinguir el duro suelo, y sobre éste coches y gentes en un loco deambular nocturno. Cincuenta pisos más abajo la muerte se perfilaba en el asfalto. En un río de asfalto habitado por luciérnagas homicidas, recorriendo el cauce negro, sin cesar, arriba y abajo.
Gritó por la sorpresa. Gritó porque regresaba de un plácido sueño y despertaba en una pesadilla. Gritó y su grito no sirvió para nada, salvo para espantar a las palomas que hasta ese instante dormitaban en la cornisa cercana. Luego sintió el frío y la lluvia. Estaba calado hasta los huesos. ¿Cuánto tiempo llevaba allí colgado? Porque esa era la palabra exacta, estaba colgado, suspendido en el vacío, únicamente sujeto por una fina cuerda amarrada a… Volvió a gritar. Esta vez mucho más fuerte aún que la primera. La primera vez el grito fue hijo de la sorpresa y el vértigo, esta segunda vez lo que desgarró su garganta fue el puro terror a lo sobrenatural. Ese miedo que llevamos todos dentro y que a veces estalla como una oscura pompa de jabón. El miedo que fue compañero de nuestras noches en blanco, preguntándonos que es lo que había debajo de la cama. ¿Lo recordáis? El miedo del que nos reímos y al que despreciamos cuando crecemos. El miedo que nos la tiene guardada y que siempre espera, agazapado, para volver a darnos un susto, y reírse de nosotros. El miedo se parte de risa cuando, ya adultos, hombrecitos hechos y derechos, nos da un susto de muerte y nos volvemos a orinar encima. Como Alberto aquella noche.
La cuerda que era su único punto de unión con la vida, pasaba por encima del lomo de una bestia fantástica que asomaba su cuerpo al vacío, y abría unas fauces feroces capaces de desgarrar fácilmente la cabeza de Alberto. Los ojos huecos de la bestia miraban sin ver y el atronador grito del humano que era su presa, no hizo ninguna mella en sus orejas puntiagudas. De piedra.
- Una gárgola.
El grito cesó, pero no el miedo. Éste sería ya su camarada fiel para lo que quedaba de noche, pero tuvo la consideración necesaria para apartarse un poco y dejar paso al asombro.
- ¿Quién demonios? -Se atrevió a balbucear.
-No es correcto, Alberto. No es un demonio. Es una gárgola. ¡Vamos! Las has visto mil veces. Tal vez no te hayas fijado, pero ésta, en concreto, la has visto un millón de veces. ¡Sueles fijarte tan poco en los que te rodean!
Alberto entornó los ojos. Sujeto, como él, al otro extremo de la cuerda que le mantenía con vida había un hombre. La silueta de los dos hombres, colgando en el vacío, unidos por la cuerda sobre el lomo de la gárgola, conformaba una figura fantasmal. Una especie de balanza humana.
Alberto no conseguía reconocer aquella cara. La oscuridad y la lluvia no ayudaban en absoluto.
-¿Quién eres? ¿Qué hacemos aquí? gritó Alberto con un tono de exigencia en la voz, al que, normalmente, sus empleados no solían oponer resistencia. Se dio cuenta rápidamente de que aquel desconocido no sería tan fácil de impresionar como un empleado asustadizo. El desconocido volvió la cabeza despacio, y luego, con toda la calma del mundo, le sonrió.
- Vamos por partes -dijo- Lo primero de todo es saber dónde es aquí. Puede que al fin hayas reconocido ya, la impresionante gárgola que está situada justo debajo de la ventana de tu bonito y caro despacho. Bien. Esto es el aquí. -Volvió a sonreír, con una calma que a Alberto le hizo estremecerse y dar una sacudida a la cuerda.
- ¡Cuidado! Esto es frágil y no queremos que la cuerda se rompa antes de tiempo y nos prive de terminar esta entretenida conversación.
No le cupo duda de que estaba loco, y de que pretendía matarle. En segundos valoró alguna posibilidad de escapar de allí. No la encontró. Aquel demente lo había calculado perfectamente. Era imposible alcanzar la cornisa. La única oportunidad era trepar por la cuerda hasta alcanzar la parte superior de la gárgola, pero era imposible hacerlo con las manos atadas a la espalda. Aquel desquiciado lo había tenido todo en cuenta. Había llegado el momento de pedir socorro. Y lo hizo, con todas sus fuerzas, sin importarle desgarrar su garganta para hacerse oír.
-¡Mala idea! -Le reprendió el hombre.- Es lo malo de “dirigir” el mundo desde el despacho más alto de la ciudad. Los de abajo no te oyen. Claro que podría oírte el vigilante de seguridad del edificio. ¡Qué buena idea, Alberto! Lástima que el vigilante esté, ¿Cómo decirlo?, “literalmente” colgado.
Entonces Alberto comprendió porque le resultaba tan conocido aquel rostro.
- Deberías haberme reconocido antes, Alberto. Han sido veinte años dándote las buenas noches, invariablemente, todos los días laborables. También podríamos contar los festivos en que te has traído aquí a alguna amiguita, a enseñarle las vistas y otras cosas. Tendrías que haberme reconocido Alberto. Me has hecho enfadar.
Al decir esto agitó la cuerda, balanceándose en su extremo. El extremo que sujetaba a Alberto comenzó a moverse también.
-¡Quieto! ¡Por favor!- Ni una sola vez. Ni un solo día me has contestado. Ni una puta vez ALBERTO. ¡¡¡NI UNA PUTA VEZ!!!-¡Quieto por favor! ¡Por favor quieto!- ¡¡¡NI UNA PUTA VEZ!!! ¡DI MI NOMBRE!…¡DI MI NOMBRE! “No puedo, lo siento, no pue… ¡DI MI NOMBRE!¡CABRÓN!¡DI MI NOMBRE!
Alberto rompió a llorar, como un niño, como un niño que no está acostumbrado a que le regañen. Ese era Alberto. Poco a poco el balanceo se fue suavizando.
- Adrián. Me llamo Adrián.
- ¿Por qué me hace esto, Adrián? -Alberto, que hacía rato que ya no era Alberto “ejecutivo agresivo” sino Albertito, niño llorón con pis en los pantalones, seguía sollozando.
Adrián cesó el balanceo. Alberto le vio fijar la mirada en el suelo, cincuenta pisos más abajo, o incluso más allá del suelo. Era imposible saber donde estaba esa mirada.
- Porque hace un mes decidí quitarme de en medio, Alberto. Cuando murió la única persona que aún me contagiaba ganas de vivir. Pero no es esto lo que te interesa a ti. La lluvia arreció y el hombre llamado Adrián tuvo que aumentar el volumen de su voz para hacerse oír. -Lo que te interesa a ti, Alberto, es que antes de borrarme de ésta mierda de mundo, he decidido convertirlo en un lugar mejor para todos. Y marcharme con lo que nunca he tenido: estilo. -Sonrió, pero su sonrisa era más una mueca. No había gran diferencia entre su rostro y el de la gárgola- Dejarte sin sentido ha sido fácil, y preparar todo esto también. El hecho de que pesemos más o menos lo mismo ha ayudado bastante. Debería haberlo hecho antes. -Se paró a pensar-Me ha gustado hacerlo.
- ¿Por qué yo?- ¿Es necesario seguir diciendo que sollozaba?-
- Porque durante veinte largos años te he visto pasar por encima de todo el mundo, sin importarte el daño. Veinte largos años de desprecios, de mirar a todos por encima del hombro. Porque eres el hombre con más cadáveres a tu espalda que he conocido nunca, Albertito.
- Yo nunca he matado a nadie. -Se atrevió a protestar-
- Eso es cierto. -Por primera vez desde que había empezado a hablar le miró a los ojos.- Pero yo no hablo de esos “cadáveres”. El último “muerto” que se puede anotar en tu cuenta trabajaba para ti. En el departamento de administración. Murió hace un mes, de tristeza, después de que la echaseis a patadas, sin importar que llevase toda una vida dedicada a esta mierda de empresa. Se fue apagando poco a poco, Albertito. Se me apagó poco a poco. Tú tendrás mejor suerte. Lo tuyo será rápido.
- Te puedo dar dinero. Mucho dinero. -Se arrepintió de haberlo dicho nada más cerrar la boca- La mirada del viejo vigilante de seguridad le hizo entender que no había hecho más que empeorar las cosas-
Por primera vez Alberto vio el machete en la mano derecha de Adrián, al tiempo que éste le levantaba. -Te vienes conmigo, Alberto- . Golpeó la cuerda con fuerza. El ruido de la hoja del machete al cortar la soga fue lo último que recordaría Alberto.
Dicen que cuando vas a morir, bueno, ya sabéis, lo de que pasa toda tu vida como una película por delante de tus ojos. Es verdad. Pasó. Yo la vi. Y también es verdad que cuando me llegue otra vez el momento de que proyecten mi vida, empezará desde el momento en que Adrián cortó la cuerda. Porque yo nací ese día. Nací en el momento en que abrí los ojos y vi caer a Adrián, mientras yo seguía sujeto aún a la gárgola. Nunca dependimos el uno del otro. Era, en efecto, la misma cuerda, pero cada extremo tenía nudos independientes. Adrián cortó sólo su extremo.
Cumplió su palabra. Se fue con estilo. Yo, de algún modo, me fui con él y, como consecuencia, el mundo que dejó atrás era, indudablemente, mejor.
Cuando me rescataron, seguían llamándome Don Alberto. Sólo yo sabía que Don Alberto yacía, muerto y desparramado, sobre el asfalto, al lado de Adrián.
Fotografía: M. Fernández
Osea, que la hizo él no que el de la foto sea M.Fernández
Me encantaría dedicar este post a todos los que han hecho o han intentado hacer comentarios en blogs de bitacoras.com desde ayer por la noche.
JOB era un hooligan comparado con vosotros
Besos y Abrazos
30 de Enero, 2006 - 23:20
Sigue pareciendome impresionante… Que bien escribes Gabi, como sabes llegar… Me inclino ante vos y dejo un beso de mariposa posado ahí donde nace tu inspiración.
30 de Enero, 2006 - 23:47
Te falta un poquito más de tripa para ser igualito que Hichtckok (se escribe así?)
)
Vale, he sido un poco mala…que me ha gustado mucho. Te gusta más así. Besazos.
31 de Enero, 2006 - 11:21
Querido Gabi,
No sabes el trauma que me está ocasionando publicar en su bitácora, numerosos intentos para un triste comentario…
En esta ocasión únicamente quería darte la enhorabuena por este renacimiento. ¿Así que andas falseando los resultados de los Índices de Natalidad y Mortandad?
:):)
Espero no necesitar un Adrián suicida para tener el mío
Oleadas de besos
31 de Enero, 2006 - 12:24
Zarem: No es necesario inclinarse para posar el beso en donde me nace la inspiración
No soy tan bajito quiero decir.
Besos.
Yo: Exijo una rectificación inmediata en la información sobre el perimetro de mi tripa. Por dios! que va pensar la gente!.
Marea: El servidor de Bitacoras está teniendo una mañanita fina! Ruego disculpes todas los incovenientes causados! Si de mi dependiera…
Lo único que puedo hacer es indignarme cuando veo que va mal. Y te juro que lo hago. Vamos que pongo todo de mi parte.
Esperemos que nadie necesite un Adrián. Sólo está bien para casos extremos.
31 de Enero, 2006 - 13:46
Ahora que funciona añado, que desde luego la imagen que yo me estoy creando empieza a ser como mínimo desconcertante, entre el perímetro citado e imaginarlo con sombrero colgado de una gárgola tras haberse quedado colgado de ella tras su viaje como globo inflado de helio….
:)
(al final va a desear que no funcione la bitácora y deje de escribirte estas chorradas.. lo siento demasiada cafeína…)
31 de Enero, 2006 - 16:04
Jope Gabi que relato. Me ha tenido aquí pegada leyendo sin pestañear. Estupendo, me ha gustado mucho , menuda imaginación .
Pues si creo que Adrian se llevó por delante la prepotencia y el orgullo de Alberto. Para alguién como él era una manera de enterrar algo.
Abrazos
31 de Enero, 2006 - 17:08
Marea: Jajajajjajaja Se te olvida mencionar que siendo globo, me convertí en la estatua de un monigote cuya sombra iba por ahí arrancando orejas. De todo esto lo más incierto es lo de mi perimetro.
Trini: Del piso cincuenta estaban colgados dos monstruos de piedra y un hombre a punto de suicidarse. Cuando Adrián corta la cuerda, arriba quedan un hombre y un monstruo de piedra. Esa era la idea. Besos
31 de Enero, 2006 - 17:42
Tercer intento de rectificación, a ver si va la vencida:
))). Besos.
Vale, lo reconozco, Gabi sólo tiene un poco de tripita (muy poco, cada vez menos) y por tanto se diferencia mucho físicamente del personaje citado. No así en su imaginación “que son tal para cual”.
Al leer el texto me vinieron a la cabeza aquellos relatos suyos que echaban por la tele y que tanto me gustaban y me asustaban, por eso vino la bromita.
Pido perdón por el daño a tu imagen que haya podido causar y si hace falta me flagelo.
31 de Enero, 2006 - 17:45
bueno, bueno, bueno…al final esto de comentar va a ser un ejercicio de paciencia
Pobre Adrián y pobre Alberto,
Adrián es obvio por qué, y Alberto pues porque no debe ser agradable que te elijan para presenciar suicidios desde esa altura y así de colgao, aunque sea un evento por todo lo alto (existe una relación inversamente proporcional entre humor y paciencia)
Bueno, esperemos que Alberto sea lo suficientemente valiente como para rectificar y comenzar una nueva vida, y que la lección no se le olvide…Puede que simplemente ordene destruir a M. Fernández, así se llamaba la gárgola no? (pasa lo mismo entre atención/memoria y paciencia)
Un beso Gabi…
P.D.: me he dicho yo a mi misma…a ver si esta es la definitiva y vas a haber puesto solamente dos líneas, comenta bien mujer!
31 de Enero, 2006 - 18:24
Un tenebroso sistema para combatir la prepotencia. -¡Buenos días Alberto! -¡Buenos días, Reflejos! -¡Adiós, Alberto ! -¡Adiós, Reflejos!.(Por si acaso)
Un beso.
31 de Enero, 2006 - 18:32
¡Genial!!! Me atrapaste desde el principio.
Eso sí que es salir de una vida de mierda con estilo y dando catédra.
Aplauso, medalla y beso!!!
31 de Enero, 2006 - 19:00
Speechless!!!!
Asi me has dejado, una realidad muy tangible de los grandes jefes que tenemos hoy en dia y de los subditos que los acompañan.
Cada vez te pones mejor, tus historias son cortas y presisas llamán la atención, la mantienes y al final siempre sorprendes!!
Un abrazo niño!!
P.D. Yo creo que conmigo vas a tener que comprarte varios jarrones donde poner las flores que te dejo, y pienso dejarte!! adelantandome a lo que vas a escribir, porque se que igual me va a encantar!!!
31 de Enero, 2006 - 20:04
Historia con moraleja, bravo Sr Gabi.
Por eso yo siempre saludo a los guardias de seguridad con mucho respeto…..jejeje
¿Un edificio de 50 pisos con gárgolas de estilo gótico? ande está? jajaja.
Besos difuminados.
31 de Enero, 2006 - 20:15
Espero que tomen nota los guardias de seguridad que lean esto…;)
La verdad es que yo estaría a salvo con ellos, creo que encanta saludar y sonreír a la gente que encuentro en mi paso…
Un beso.
31 de Enero, 2006 - 20:53
Yo: Deja de flagelarte ya que las marcas quedan feisimas.
Seleka: Te ha llegado ya el premio por tu paciencia? El Sr. gabi premia a los pacientes.
Muy bien comentao!!
Reflejos: Si es que la amabilidad no cuesta nada y evitas que te cuelguen de las gárgolas. Buenos días
Dudadesnuda: Pues a mí tambien me parece que se va con estilo, pero no me lo airees mucho a ver si me van a acusar de apología del suicidio, que está la gente muy tonta por ahí
. Besos sin vertigo.
Yamile: Tengo comprados ya unos cuantos jarrones, y he reservado una estantería entera y la he puesto una etiqueta: “Las flores de Yamile”. A que suena bien? Besos.
Elen: Me has pillado.
O no? Gárgolas del Edificio Chysler en Nueva York. Juro que son las que me inspiraron, ahora bien le dije a mi amigo M.Fernandez que le pagaba un viaje a N.Y. para hacerles fotos y me dijo que le venía mal y que tenía esa otra foto y que me apañase con lo que pudiese. Tambien es cierto que no me daba la gana de llamar a los protagonistas Albert y Thomas. Así que les hice hispanos.
. Lo triste es reconocer que conozco esas gárgolas de los comics de spiderman de mi infancia
. Besos. (Reconozco que ignoro el número de pisos:p ).
Miada: Sigue así. Hola!, Buenos días!, Que hay! Que tal!
. Fijate que problemas te evitas y no cuesta nada. Besos.
31 de Enero, 2006 - 21:22
que maravilloso post, me has dejado sin habla…
besos
31 de Enero, 2006 - 21:27
(adelanto varios puestos )
Espero que Alberto tenga los ojos y el corazón bien abiertos a partir de ahora.
Sinceramente, he creído estar viendo una película, Gabi, me ha encantado, yo que tú, me ponía a hacer un guión pero YA
un beso enorme.
31 de Enero, 2006 - 22:27
Hubiese jurado que era Mario…
31 de Enero, 2006 - 23:39
Me ha gustado muchísimo, Gabi, supongo que ya te lo he dicho más veces cómo me gustan tus relatos. Sean cortos o largos.
No sólo me gusta lo bien escritos, el tema, lo que encierra, como nos metes y describes el ambiente.
Bueno, sigo mi ruta con esa sensación de estar en buena compañía.
Besitos y a “yo”.
31 de Enero, 2006 - 23:52
Como representante de la Asociación de Gárgolas Que No Se Meten Con Nadie, quiero expresar mi queja ante la infundada mala fama que ciertos cómics han creado: nosotras estamos ahí cumpliendo una función callada y nunca bien ponderada, y no es nuestra culpa si a veces ciertos individuos quedan enganchados con sus cuerdas en nosotras. He dicho.
31 de Enero, 2006 - 23:54
dicen que hay que aprender hasta en piel ajena…
1 de Febrero, 2006 - 3:48
Gabi… “Del piso cincuenta estaban colgados dos monstruos de piedra y un hombre a punto de suicidarse. Cuando Adrián corta la cuerda, arriba quedan un hombre y un monstruo de piedra. Esa era la idea. “…
No se nace hombre ni mujer, se nace con sexo masculino o con sexo femenino. Vamos forjando nuestro carácter para así tornamos verdaderos hombres y verdaderas mujeres que a priori debemos hacernos verdaderas personas.
Te felicito sinceramente.
1 de Febrero, 2006 - 12:29
Cintia: Gracias. Sin habla pase pero espero no dejarte sin escribir que me gusta leerte
Esencia: Un guión? Cómo se hace eso?
Besos de los que hacen levantar el animo.
Albatros: Entre tu y yo… Tiene un parecido enorme
Melytta: Gracias. A veces hay que escarbar un poquito, pero procuro darles a todos los relatos un poco de “chicha”. Me alegro de que se note y de que tu ruta te traiga siempre por aquí
. Besazos.
Sr. Mario Fernández: No es que quiera menospreciarle como representante de la AGNMCN, pero he recibido otro escrito paralelo (nótese que no hay espacio entre el para y el lelo) por parte de la Asociación AGGOVIO.(Asociación de Gárgolas, Grifos y Otros Variados Instrumentos Ornamentales), mostrando su satisfacción por el hecho de que la gente se cuelgue de ellos. Comentan que estas actividades palían, en cierta medida, el tedio propio de la vida de la gárgola.
Me temo que debo dejar por desatendida su queja. Me permito recomendarle para ampliar información el folleto publicado por la citada asociación que lleva por título:
¡Como mola, Como mola
colgarse de la Gargola!
(Alguien debería enseñar a las gárgolas del mundo a poner tildes).
Ideas: Mejor que tener que aprender como Alberto…
Insanity: Gracias sinceras por las felicitaciones. Tal vez el problema sea que en el mundo hay más hombres y mujeres que personas. Un abrazo.
1 de Febrero, 2006 - 14:45
Gabi, y Monigote?, qué se sabe de él?. Cuando puedas nos das noticias?
(no te rías, es en serio).
Insanity
1 de Febrero, 2006 - 17:24
Edificio Chrysler: construido por W.Van Allen en 1930, de estilo Art Decó,77 pisos, tiene 8 gárgolas con forma de cabeza de águila.La ornamentación distintiva de la torre está basada en los tapacubos usados por entonces en los automóviles Chrysler.
1 de Febrero, 2006 - 18:10
http://www2.uah.es/fotohistoria/Fotos/Chrysler96.jpg
mira que favorecida sale M. Fernández
Sí, demasiado tiempo libre…o las pocas ganas de estudiar…
Un beso
1 de Febrero, 2006 - 19:42
Madre mía q bien escribes!! Ójala yo tuviera esa inspiración para hablar y describir a la perfección y sobretodo con tanto estilo.
besitos
Pd. Veo q estás como yo y como tantos otros… aparece como si tuviéramos 0 comentarios cuando no es así. Y tb llevo unos días q me falla bastante para acceder a los comentarios. Pensé q lo habían resuelto pues esta mñn pude entrar con normalidad, pero unos minutos después, poder puedo entrar, pero me aparece 0 comentarios… buaaaaaaaaaa
Espero q se solucione pronto!!
1 de Febrero, 2006 - 19:46
Por fín me deja comentar, que ganas tenía… que ganas de sacar mi lado más salvaje y hacer como Adrián, pero ya que todavía no puedo hacerlo… me impongo la obligación de ser optimista por los demás.
Besos de una maia.
1 de Febrero, 2006 - 20:27
Vaya maravilla de historia! Como síempre, lo has bordado, Gabi.
Besos mil.
2 de Febrero, 2006 - 12:05
Me parece una idea genial la de “limpiar el mundo”. Yo me voy haciendo una listita por si algún día decido emprender esa labor humanitaria. El único problema es empezar, luego la cosa ya va sola. De hecho podemos comprobar a diario cómo las condenas son las mismas por matar a uno que por matar a cincuenta, o sea que ya puestos…
Buen texto.
Un abrazo.
2 de Febrero, 2006 - 12:22
Insanity: Monigote está feliz de momento. Veo que quieres que se le complique la vida
Me voy a chivar.
Asesora artística: No he podido comprobarlo aún, pero apuesto a que tienes la misma dirección IP que los reyes magos.
, Es cierto.
Me documento fatal
Seleka:
El pobre M. Fernández se está acordando del día en que me pasó la foto de marras. Por cierto, La chica de encima de la gárgola no eres tú, no?
Diablilla:
Volverá el número de comentarios
en bitacoras sus digitos a mostrar
pero el susto que nos hemos arreado
ese, no nos le quitarán.
Besos.
¿Habría tenido blog hoy en día Gustavo Adolfo Becker? www.rimasyleyendas.bitacoras.com?
Pa mi que sí.
Wen: Lo de ser optimista por los demás, es un trabajo duro pero alguien tiene que hacerlo
Ana: Gracias mil.
Encantado de releerte. Recuerdos a Mariya
Alfredo: Lo que pasa es que si empleamos el mismo sistema que Adrián, dudo mucho que pasemos de uno
Un abrazo.
2 de Febrero, 2006 - 13:40
Es una chica??bueno…no, no soy yo…o sí, quién sabe si en una vida pasada estuve ahí posada…
Besos primo
no le sobrarán a alguien que lea este comentario unas ganas de estudiar o un poco de motivación, no??
2 de Febrero, 2006 - 23:23
Vaya que me has dejado impactado, con las garras en el asiento a causa de esos giros geniales que le diste a la narración de vez en cuando. No dejaste que le quitara la vista de encima a tu relato hasta llegar al punto final. Ora si que como si me tuvieras atado de manos colgando de una gárgola.
Excelente Gabi
Maullidos de Respeto
2 de Enero, 2007 - 21:24
Desde hace dias, acudo a esta ventana a esa hora que empieza la magia. Si debe de ser eso lo que me tiene navegando por tus cuentos.
Solo queria que lo supieras.
Feliz Año 2007
2 de Enero, 2007 - 22:27
Gracias Marejada. Me encanta saber que aún hay quien pasea por los viejos cuentos.
Muchas Gracias
3 de Enero, 2007 - 18:51
Gabi, ¿Monigote donde está?. ¿Podrías saludarlo por mi si lo ves ?. Gracias
)
Un abrazo.