Sab 26 Nov 2005
¿A dónde va lo común, lo de todos los días? ¿El descalzarse en la puerta, la mano amiga? ¿A dónde va la sorpresa, casi cotidiana del atardecer?…
Silvio Rodríguez
Ayer aparqué el coche frente a nuestra antigua casa. Tenía que ir por aquella zona, (ya sabes a qué), podía haberlo dejado en cualquier otro sitio, pero el hombre es un animal de costumbres.
Las persianas estaban bajadas pero se filtraba la luz por las rendijas. No las han cambiado. Las persianas del salón, ¿recuerdas? ,obstinadas, se empeñaban en no bajar nunca del todo. Dejaban siempre decenas de pequeños ojos que nos observaban desde arriba. A través de ellos, las luces de los coches dibujaban fantasmas en la pared. ¡Lo que han visto aquellos ojos!.
Era una planta baja, muy baja. ¿Recuerdas que yo quería poner una hamburguesería en la ventana?. ¿Recuerdas la ilusión quitando el viejo papel pintado, cambiando el suelo, pintando,…?. La ayuda de los amigos, de los viejos amigos, de la familia, las cenas apretujados todos en aquel salón diminuto. Nuestra casa, que era la casa de todos. ¿Recuerdas la “leonera”?. Nunca conseguiste que la ordenara. Era mi templo y mi refugio. Lo siento.
Se me vino todo a la cabeza. La cisterna, que nunca conseguí que dejará de hacer ruido, el incendio, los domingos perfectos y eternos sin salir de la cama, los “machaquitos”.
¿Recuerdas cuando fuimos tres? La espera, la llegada a casa con lágrimas de ilusión, y aprender juntos, los paseos arriba y abajo del estrecho pasillo con ella en brazos, y ¿recuerdas cómo me miraba cuando la cantaba “El sitio de mi recreo” y tantas otras? .
Recuerdo que a los dos se nos humedecieron los ojos cuando cerramos la puerta, por fuera, la última vez…
¿Hubo cosas malas?.
Puede ser,
tal vez,
hoy no las recuerdo,
ya no importan.
26 de Noviembre, 2005 - 11:31
La mente es muy lista, verdad? echa las cositas malas (han estado el momento justo para aprender de ellas)dejando presente los momentos tan felices e importantes que nos hacen revivirlos de nuevo. Tenemos que levantarnos cada día para seguir creando momentos bonitos, besando, sonriendo, soñando, sorprendiendo…siempre!
Un beso Gabri
26 de Noviembre, 2005 - 12:14
Precioso texto, qué bonito es recordar los comienzos, y qué poco importan las circunstancias de alrededor cuando se está con los que se quiere…
Un beso.
26 de Noviembre, 2005 - 13:04
Nunca vi nada tan elástico como la mente humana, es capaz de soportarlo todo, de reciclarlo todo, de extraer lo bueno y olvidar lo que la daña. Con el tiempo centrifuga los recuerdos y les echa azúcar por encima…
Un abrazo, Gabi
26 de Noviembre, 2005 - 13:09
¿cómo no recordar esas cosas? Esas y miles más y sí, curiosamente, casi nada malo. ¿Sabes cual es probablemente mi recuerdo más vivo en esa casa? La emoción de las dos rayitas rosas en aquel baño en el que casi no cabíamos. (por si hay mal pensados se trataba de una prueba de embarazo, no penséis cosas raras)
26 de Noviembre, 2005 - 14:51
Has conseguido emocionarme… Un post lleno de dulce nostalgía. Gracias .
27 de Noviembre, 2005 - 14:16
Qué bonito Gabi… Cuántas emociones en tan poco espacio. Enterncedor.
27 de Noviembre, 2005 - 19:30
La memoria es inteligente y selecciona solo esos recuerdos que realmente merece la pena recordar.. esos que nos iluminan los ojos, ..
28 de Noviembre, 2005 - 9:51
Bellísimos recuerdos…a veces son como un ancla que nos mantienen aferrados al pasado, pero otras muchas nos ayudan a seguir adelante, espero que éstos sean de los segundos
Un beso Gabi
28 de Noviembre, 2005 - 10:07
Yo también pinté con ilusión una casa que ya no es mía. Y también tuve tardes con ojos de persiana que allí quedaron, en la memoria incomprensible de las paredes.
Ya no me importa, pero aún duele.
28 de Noviembre, 2005 - 11:57
Qué dulce melancolía…
Me gustan los salones diminutos en los que cenan mil personas…
Me tengo que poner al día Gabi, en cuanto pueda le doy un repaso, mientras recibe un abrazo desde el surrr!!!
28 de Noviembre, 2005 - 16:48
Gracias a todos.
Es curioso, sólo con el paso del tiempo valoras las cosas realmente. Es bueno mirar atrás para darnos cuenta que nuestro presente será pasado, y también lo añoraremos. Ningún lugar es mejor que aquí y ningún momento es mejor que ahora.