Mie 23 Nov 2005
El hombre parado enfrente del escaparate de la tienda de juguetes, se había detenido allí muchas veces.
La dependienta, desde detrás del mostrador, hacía siempre una leve inclinación de cabeza, a modo de tímido saludo, y esbozaba un amago de sonrisa que siempre interrumpía cuando los ojos del hombre, a través del cristal, se encontraban con los suyos. La mirada de aquel hombre no invitaba a la sonrisa.
De hecho, la dependienta, cuando al acabar la jornada laboral regresaba a su casa, mientras preparaba la cena, al tiempo que hablaba con su marido, solía decirle: “Hoy ha vuelto a visitarme el hombre con los ojos más tristes del mundo”. El marido la miraba durante un segundo, con fingida curiosidad, y, cuando ella reanudaba su parloteo, él volvía de nuevo a mirar la televisión.
“El hombre con los ojos más tristes del mundo” comenzó a hacer más frecuentes sus visitas al escaparate de la pequeña juguetería hasta convertirlas en rito. Invariablemente, cada mañana a las diez y a las doce en punto, y cada tarde, a las cinco y media y a las siete, aparecía su silueta tras el cristal, inmóvil, la cabeza agachada, las manos en los bolsillos de la raída gabardina y la apariencia de estar sosteniendo sobre sus hombros el peso del mundo. Al mismo tiempo, aquellos encuentros del hombre con su reflejo se fueron haciendo cada vez más prolongados. Al principio se quedaba allí, de pie, unos cinco minutos. Con el discurrir de los días se fueron alargando hasta llegar casi a las dos horas y, prácticamente, solaparse unas visitas con otras.
La dependienta no sabía que pensar. Incluso se lo había comentado al dueño de la tienda, en una de las escasas ocasiones en que la dignaba con su presencia. La respuesta fue que mientras se estuviese fuera del comercio, no se podía hacer nada y que menos mirar para fuera y más para dentro, que había toda una estantería de Barbies sin colocar.
A veces, la dependienta sentía miedo, pero algo en la infinita tristeza de los ojos de aquel hombre le decía que no tenía nada que temer.
Una tarde, por fin, abandonó su refugio detrás del mostrador, y se colocó en una esquina desde la que podía observar el escaparate sin ser vista. El hombre no falló a sus costumbres. A las cinco y media de la tarde de aquel lunes lluvioso apareció como siempre, a cinco centímetros del del cristal, la gabardina y el pelo empapados, la cabeza gacha y las manos eternamente guarecidas en los bolsillos.
La mujer le observó con detenimiento, parándose en cada surco de piel y cada arruga, y en aquellos ojos…
Aquellos ojos miraban sin ver un viejo y pequeño tren de madera, colocado en una esquina del escaparate, prácticamente sepultado por hordas de muñecos de superhéroes, arrinconado por un puñado de videojuegos. Tímido, asustado, como fuera de sitio, el tren permanecía allí como un fantasma de otro tiempo.
La muchacha se dirigió al escaparate, se abrió paso entre aquellos horribles muñecos y rescató al tren de madera. Luego, salió a la calle, y bajo la lluvia se dirigió al hombre. Sin decir palabra le tendió el viejo juguete. El hombre, por fin, reparó en ella, miró el tren en las manos de la mujer, levantó la mirada y en ese momento pareció brillar en las pupilas del hombre con los ojos más tristes del mundo, un destello de algo distinto, agradecimiento quizás, ella no supo descifrarlo. Tomó el tren de sus manos y dándose la vuelta comenzó a caminar.
Así lo vio alejarse, por la calle abajo, disuelto en lluvia, sosteniendo en la mano izquierda el tren, mientras le daba su mano derecha a un niño pequeño, al que sólo él veía.
Así lo vio alejarse, para no volver a verle más.
No permitamos que maten al niño que llevamos dentro
23 de Noviembre, 2005 - 20:30
Qué historia yan triste y a la vez tan bella. Por mucho tiempo perdí a la niña que habiata en mi , no hace mucho que la rescaté del olvido. Nunca es tarde…
Un abrazo
23 de Noviembre, 2005 - 22:42
Si de algo me siento orgullosa es de tener a mi niña muy viva… incluso a veces demasiado, según dicen… No me importa, la vida nunca debe dejar de ser maravillosa y un juego sorprendente.
24 de Noviembre, 2005 - 3:28
Sin palabras.
Eis la alquimia a través de tu texto.
…
Un gusto leerte. Felicidades
24 de Noviembre, 2005 - 10:27
las miradas dicen mucho, sobre las personas, sobre sus sentimientos, sobre sus intenciones… gana mucha ventaja una persona que ha aprendido a mirar convenientemente a los ojos de los demás…
24 de Noviembre, 2005 - 11:40
Una mirada triste tras un cristal, a veces nuestra mirada reflejada. Unos ojos cansados de ver nuevos lugares cuando desearían volver mucho tiempo atrás…Ojos que miran con nostalgia, que no cesan de imaginar lo que un día fue su vida, nada les parece importante o motivo para mirar hacia delante…Tal vez él consiga regresar al hoy transportado por ese tren de madera…
24 de Noviembre, 2005 - 12:26
….simplemente maravilloso…. es la historia más bonita que he leido en años…. gracias ^^
24 de Noviembre, 2005 - 13:47
Gabi consigues que con cada texto se asomen canciones que reflejan lo que escribes.
Te hablaría de la canción “de grande” de Fede Comín… prefiero escucharla mientras te vuelvo a leer. Poco más se puede decir con esta suma.
PD. No me olvido, tengo pendiente colgarte la canción que decía aquello de “que haya mas cartas de amor en los buzones…”
Un saludo
24 de Noviembre, 2005 - 15:55
Se me han saltado las lágrimas, precioso Gabri.
Besos
24 de Noviembre, 2005 - 16:40
Qué triste… y qué hermoso!
24 de Noviembre, 2005 - 17:04
Muy muy muy bonita historia. Y muy bien contada. Me ha gustado muchísimo. Gracias.
24 de Noviembre, 2005 - 17:30
Precioso, realmente preciosa historia y me encanta q la hayas compartido con nosotr@s. Yo tb llevo a la niña q hay en mí, y me alegro de conservarla, pues ahí reside todos mis sueños e ilusiones… en esa niña!
besos
24 de Noviembre, 2005 - 17:41
Esta historia es muy evocadora. A mí me trajo recuerdos de una tienda de juguetes, en el bulevar de Donosti.
También me ha recordado la historia de “la traición de wendy” de Ismael Serrano (sería como la otra cara de la moneda).
Pero ahora pregunto yo: ¿qué es lo que diferencia a un niño de un hombre?
Saludos!!
24 de Noviembre, 2005 - 18:42
Trini: Mi niño también estuvo agonizante. Ahora está mucho mejor. No, nunca es tarde para la ilusión.
Zarem: Si hay algo que se nota en tu blog es que tu niña está muy viva y muy enamorada , y además tiene pinta de ser muy traviesa
Insanity: El gusto es mutuo. Tenemos que formar un club de alquimia.
Y qué difícil es aprenderlo memento. Y que mal lo interpretamos a veces.
Para eso debería servir el tren Seleka, para llevarle de vuelta a la ilusión. Mañana creo que toca canción.
Celia. Muchas gracias a ti. Me he pasado por tu Blog y me parece que tu estupendo estado de animo ha ayudado a que te haya gustado tanto no?. Que te dure. Por cierto las seis chicas de la foto son guapisimas. Un beso.
Gavroche: Con esta de ahora ya me debes dos canciones Me picas la curiosidad y Un abrazo muy fuerte.
Esencia: Lagrimilla fácil. A ver, espera, si , ya está te acabo de secar una lágrima.
Besazo.
Ana: Para triste la historia de Margarita. Me dejo muy mal saber que no era sólo una historía
Alfredo: Las buenas críticas cuando proceden de un maestro se agradecen mucho más. Un abrazo.
Consérvala bien Diablilla, y dale piruletas y juega con ella hasta cansarte. Como van las Rarezas?
Buena pregunta Mikel. Para mí ese niño es sólo un símbolo. Un símbolo de la ilusión, de las ganas de vivir, de tener todo por hacer, etc. Cosas que si perdemos es un poco como morir. Por lo demás, si todos mantuviésemos el comportamiento de los niños, puf, El Señor de las Moscas. Un abrazo.
24 de Noviembre, 2005 - 18:49
Los cuadraditos que han salido arriba son todos
;) y algún . Maldito editor de textos que me ha engañao!
24 de Noviembre, 2005 - 20:20
entrañable historia…
25 de Noviembre, 2005 - 16:31
Ciao Gabi,
Entrañable, ójala muchos más dedicásemos horas, días y toda la vida a seguir en el mundo del color de chicle de los más sabios, los niños.
Gracias por la visita y encantada de haber descubierto tu blog,
Mónica
29 de Noviembre, 2005 - 11:06
Una fría noche de hace unos cuantos inviernos entré en un local casi escondido en lo enorme de la ciudad y escuché una preciosa canción… ‘De grande no quisiera ser mayor’
27 de Julio, 2008 - 19:20
esta muy buena y tamb es multo dhe triste beccchhhooosss pa tttooodddossss
19 de Octubre, 2008 - 16:43
hola amigo yo tambien soy muy triste mi fa milia no es feliz ni mypapa ni my mama ny yo te ngo de senso es una enfermedad yo yoro y sufro esto es todo chao amigo
20 de Febrero, 2011 - 20:11
Aveces las personas suelen olvidarse de lo mas hermoso, de lo que en verdad los hace feliz, cubriendolo con la agorrogancia de la gente….exelente,,,,, me encanto