Mie 27 Dic 2006
La aparición del cadáver produjo un gran revuelo en la pequeña ciudad. Es extraño, los seres humanos tan aficionados a medirlo todo y a calibrar absolutamente todas las cosas, no hemos desarrollado aún una escala que nos permita medir revuelos. Este, sin duda, hubiera alcanzado el valor más alto en esa supuesta escala. Sin embargo ante la falta de un buen sistema de medida de revuelos o revuelímetro, bastará con decir entonces que el revuelo que se montó en torno a la aparición del cadáver fue incalculable.
Esto es normal. Tengan en cuenta los lectores que la ciudad de la que hablamos es una ciudad provinciana en la que nunca ocurre nada fuera de lo normal. Ni siquiera el acontecer irrenunciable de las estaciones origina grandes cambios en la rutinaria vida de nuestra villa, debido sin duda a que gracias a su envidiable situación geográfica goza de un clima benigno tanto en los rigores del invierno, que no ha de soportar, como en las arideces del verano, que no ha de sufrir.
El cuerpo sin vida de la joven fue descubierto por Lázaro Vázquez y su perro Vito durante su ronda nocturna por el céntrico parque de la villa. Como Lázaro relató posteriormente a la policía, Vito, que ya no es un cachorrillo precisamente, adolece de la próstata y debe salir numerosas veces a realizar rondas por el parque durante la noche si Lázaro no quiere provocar goteras en el piso de Doña Encarna, propietaria del piso inferior de el que Lázaro ocupa y dueña asimismo de un endiablado carácter. Como los señores agentes podrán suponer, continuó Lázaro, a las tres de la mañana en el parque no había ni Dios, siempre y cuando se le permita a Lázaro la expresión, y por eso Vito corretea libre por el parque sin correa ni bozal desobedeciendo las ordenanzas municipales porque, al fin y al cabo, a quién puede molestar el pobre animal a esas horas de la mañana. Dando por sentado Lázaro que su pequeña desobediencia es pasada por alto por los agentes al urgirle estos a continuar su relato, prosigue con este, más tranquilo ya, liberada su conciencia de ejemplar ciudadano.
“Vito se dirigió como siempre a la zona de columpios infantiles, a la que es francamente aficionado, pero mi fiel Fox Terrier se detuvo en seco frente al viejo tobogán de hierro, echó las orejas para atrás, frunció el hocico en una mueca de ferocidad que le desconocía y comenzó a ladrar como un poseso, que parecía el mismísimo perro del diablo de cómo ladraba y de los aullidos que profería, Señor agente, que hasta yo mismo que soy su dueño hace más de trece años me asusté y razones tenía, que cuando llegué a su altura para hacerle callar antes de que despertase a los vecinos y en particular a Doña Encarna, ví tumbado en el tobogán el cuerpo desnudo de la pobre chica, y fue entonces cuando yo mismo grité y bien alto que debí gritar que se empezaron a encender una a una todas las luces del vecindario, y aún con todo lo alto que chillé no he conseguido sacarme todo el terror del cuerpo, que no he visto, Señor agente, nada más monstruoso en mi vida.”
El señor agente en cuestión, Adolfo Llanero, se alejó del incansable parloteo de Lázaro en dirección al tobogán metálico que el histérico vecino no dejaba de señalar. Allí aún seguía ella, desnuda; las muñecas atadas a las oxidadas barras de hierro que coronaban el columpio y a las que tantos niños (él mismo incluido) se habían agarrado tantas veces antes de soltarse y dejarse deslizar por la rampa de aluminio; el pelo, moreno sin duda, era sólo un estropajo sanguinolento coronando el rostro desfigurado por el horror. Debía ser bonita, pensó Llanero, antes de que la hicieran eso. Los ojos de la joven habían sido sustituidos por pequeñas bolas de navidad; alrededor de su cuello se distinguía un juego de luces de los que se utilizan para adornar los balcones y terrazas, con esto sin duda la habían estrangulado; para atar sus manos habían utilizado unos trapos de fieltro rojo, Llanero los identificó como gorros de Papa Noel; la habían rajado el vientre y se lo habían rellenado con comida hasta rebosar; de su boca, abierta hasta la nausea, asomaba el culo de una botella de champán; su cuerpo estaba escrito por todas partes con todo tipo de absurdos mensajes publicitarios.
El agente Bustillo se acercó por detrás, distrayéndole de su exploración del cadáver.
- La hemos identificado, Llanero. Se llamaba Natividad. Natividad García.
Llanero se quedo mirando fijamente el cadaver, llenándose los ojos de ayer, intentando imaginar a la muchacha tal y como debía haber sido.
Debía ser bonita –se repitió a si mismo el agente- antes de que la hicieran eso.
27 de Diciembre, 2006 - 14:31
Gabi y dices que, te esquivan las palabras, y entonces esto que es?…
¡Jope! con el cuento, me he quedado con cara de muñeco de nieve.
Es genial, de verdad que lo es, pobre Natividad, cada vez más asesinada…
Un abrazo
Feliz Año nuevo
27 de Diciembre, 2006 - 17:53
¿Continuará????
A mí no me miren. Yo no la maté. Que no me guste la navidad es una cosa, ahora matar a la pobre Natividad, es otra.
Besos y ficciones.
27 de Diciembre, 2006 - 19:02
Ays que resucite que a mi la Navidad aunque me llene de nostalgía me encantan sus luces de colores.
Besitos y los sueños con ella parece que van al galope de las estrellas.
FEliz Año Nuevo Gabi.
27 de Diciembre, 2006 - 19:09
¡Pero que brutito eres!
Has puesto el Belén. ¿Has cantado algún villancico?
De acuerdo que la cosa ha degenerado bastante, pero con un poco de buena voluntad (Paz a los hombres de Buena Voluntad) podemos volver a disfrutar de la compañía de la dulce y tierna muchacha que fue Natividad.
¿Te acuerdas de ella? Cariñosa, ¡con tantos amigos y familia!, y tan divertida. Todos la queríamos.
Me parece que el misterio está en eso. No basta con echarla de menos. Hay que quererla de verdad; desear con fuerza que vuelva con nosotros; hacer como si estuviese aquí, a nuestro lado, cantando villancicos con los niños y emocionando a los mayores con sinceros deseos de amor y paz.
¡Que vuelva la Bella Navidad!
27 de Diciembre, 2006 - 19:10
Estimado Gabi, ¿le cuento un secreto? la Navidad continua siendo bonita, sólo hay que verla reflejada en los ojos de los niños.
Y no se preocupe por su despiste, reconozco ese síntoma, a los genios les suele pasar muy a menudo.
Besos de colores.
27 de Diciembre, 2006 - 19:22
Me enrollé y se me olvidó felicitarte literariamente por el relato.
¿Lo de “LLanero” lleva intención o es una feliz casualidad?
A mi me resulta muy sugerente.
Un buen beso navideño.
27 de Diciembre, 2006 - 20:22
Precioso relato y horrible realidad. Pero permíteme pensar que “la Nati” sigue viva en algún que otro rinconcito del planeta. Me parece demasiado duro pensar que nos la hemos cargado definitivamente. Besitos navideños y enhorabuena por la vuelta de tu musa.
27 de Diciembre, 2006 - 22:58
Sí, señor, linda alegoría, todavía nos quedan diez días para seguir contemplando el cadáver…
28 de Diciembre, 2006 - 11:15
Por desgracia la Navidad se presta a esas cosas.
Me alegra mucho tu regreso, egoistamente.
Un beso y que el 2007 sea un buen año y te traiga de vuelta al gusto de escribir. Egoistamente, también.
28 de Diciembre, 2006 - 12:19
mmm no sé, quizá aún estamos a tiempo para reanimarla…
Un abrazo!
Y un 2007 lleno de venturas, Gabi.
28 de Diciembre, 2006 - 14:31
Si ya lo decía yo. Con las amistades que se estaba echando Natividad la cosa no podía acabar bien. Que sí, que le compraban de todo, la invitaban a cenas interminables, mucha sonrisita… y ya ves. En el fondo mucha hipocresía. Seguro que el placer morboso de algún loco por poseerla del todo ha prendido la mecha.
Ya decía yo que Natividad tenía muy poca personalidad y era muy ingenua…
(Duro pero gran relato. Un fuerte abrazo, Gabi)
28 de Diciembre, 2006 - 20:28
Yo pienso que casi todos somos un poco responsables de ese asesinato que repetimos cada año, pero mantengo la esperanza de que algún día recuperemos la cordura y el antiguo sentido de la Navidad que, estoy convencida, nos ayuda a “vivir” el resto del año. En este asunto si que “cualquier tiempo pasado fue mejor”.
Te deseo que todo 2007 sea Navidad de la auténtica para tí y todos los tuyos.
Un beso.
30 de Diciembre, 2006 - 3:27
Bueno, lo que deja claro tu historia, es que si la “Nati” muere es por que alguien la mata, ella de por si parecía bastante inocentona……
Felices fiestas “Apañero musical”…..
31 de Diciembre, 2006 - 8:16
Para este nuevo año que hoy iniciaremos, os deseo, que todos los camino que temías cerrados, se abran; que los suelos escabrosos se alisen; que los sueños se cumplan y os traigan sosiego; que la dicha os inunde y el amor os guíe; que las sombras se alarguen y desaparezcan; y que lo que atesoréis no os impida ser solidarios y humanos.
De corazón
Carmen Moreno Martín
Alias Hannah
p.s. ¡Muy bueno el cuento!
31 de Diciembre, 2006 - 8:21
Siempre me sorprenden tus textos.
Ojalá la vida te sorprenda maravillosamente. Siempre.
No combato al desamor -eso me desgasta-, defiendo el amor.
Te deseo felicidades, Gabi
In.
31 de Diciembre, 2006 - 18:56
Buenas Gabi! Me alegro de ver que has encendido otra vez la máquina de escribir buenas historias. La de esta última es dura pero buenísima metáfora. Aprovecho también para felicitarte el Nuevo Año, deseo que este 2007 te cuide, te mime y te haga muy feliz. Muchos Besos Sue.
31 de Diciembre, 2006 - 21:09
Feliz Navidad joven maestro.
Feliz Año nuevo.
¡El que llamas pequeño saltamontes no te olvida! Siempre se vuelve por Navidad, jeje.
Saludos.
1 de Enero, 2007 - 12:34
No creo que nadie se cargase a la pobre…Las Navidades nunca existieron en realidad, o mejor, dejemos que existan para cada uno a su manera!
Bienvenido de vuelta y Feliz 2007
Besos
R.
3 de Enero, 2007 - 11:13
Querido Gabi, de ahí que la Navidad sea espíritu, así nadie podrá mancillar su cuerpo.
Oleadas de besos.
3 de Enero, 2007 - 20:42
No creo que esté muerta “La Nati” como la ha llamado Náyade, tal vez malherida, son muchos golpes los recibidos ya. Yo más bien la veo rodeada de chiquitajos curando sus heridas, y menos mal que todavía nos quedan chiquitajos para rato.
Feliz año, para ti y los tuyos, que la salud os acompañe.
Un beso.
5 de Enero, 2007 - 16:15
Jo, pues este año he tenido una Navidad diferente, espero que este año sea un gran año.
Tengo primos pequeñitos, en ellos la Navidad sigue viva
7 de Enero, 2007 - 1:13
feliz año, Gabi!
muchos besos
8 de Enero, 2007 - 3:44
Una Navidad asesinada?…seguramente como se celebra hoy en dia, contaminada por el consumismo y los excesos, falseando la idea de lo que es hacer un regalo.
Depende de cada uno darle vida con su verdadero significado y disfrutarla con autentico espiritu…
Bello texto.
Feliz comienzo Gabi!
Un abrazo!
19 de Enero, 2007 - 20:26
Siempre es un verdadero placer visitarte y leerte… Lástima que de momento, pueda hacerlo tan poco.
Un entrañable abrazo
Hannah
26 de Agosto, 2008 - 2:28
hola muy buena la proxima mata al inentor del internet pues veo q nos tien cujudos