Dom 8 Jul 2007
Muchacha en la ventana (Salvador Dalí)
Lo verdaderamente irónico de esta absurda historia es que a Jorge Leire jamás le gustaron los puzzles. Debido a ello, cuando terminó de rasgar el elegante papel que envolvía la caja que su mujer le regaló el día de su cincuenta cumpleaños, no pudo disimular una pequeña mueca de disgusto.
- ¿Un puzzle? – preguntó.
- Si, cariño – contestó ella- he pensado que ahora vas a tener más tiempo y que debes tener la cabeza entretenida.
La cabeza entretenida para no pensar. No pensar por ejemplo en la empresa que te prejubila a pesar de que tú sepas que tienes aún tanto que ofrecer; no pensar en los hijos que se han ido ya a estudiar lejos y que no llaman tanto como debieran; no pensar en las largas tardes de tedio a rellenar; no pensar tampoco en tu mujer que en ese momento te regala un puzzle de 10000 piezas, a pesar de saber que nunca te han gustado los puzzles; no pensar en que no eres lo que quisiste ser; no pensar, hacer puzzles.Y sin embargo, pese a su disgusto inicial, un mes después de su cumpleaños, en una tarde de lunes, estéril y agria, como disfrazada de domingo, Jorge Leire comenzó el puzzle de 10000 piezas que una vez completado ofrecería al mundo el cuadro de Salvador Dalí “Muchacha en la ventana”. Dos días más tarde, Jorge Leire vivía por y para el puzzle, se detenía apenas para comer y aliviar sus necesidades y contestaba con monosílabos de circunstancias a las preguntas de su esposa, a la que ya ni siquiera fingía escuchar. No es exagerado afirmar que, para Leire, su mundo empezaba y terminaba en el tablero de madera encima del cual desplegaba y manipulaba las pequeñas e interminables piezas de “Muchacha en la ventana”. Después de cinco días, en los que prácticamente no durmió, salvo pequeñas concesiones al sueño en la propia silla en la que trabajaba, una pequeña pero terrible intuición comenzó a abrirse paso en la obsesionada mente de Leire. Comenzó como un fogonazo, diminuto pero aterrador, restallando en ese rincón de la cabeza donde nacen nuestros peores temores, una pregunta incompleta que abría, sin embargo, un completo abanico de miedos, un ¿y si…? una interrogación que el cerebro de Jorge se negaba a completar y descartaba con un: “No, es imposible”. La pregunta, no obstante, volvía con recurrencia a asomarse a su pensamiento consciente igual que la muchacha del puzzle se asomaba a la ventana. Pronto, la intuición empezó a convertirse en una convicción negada. ¿Cuántas veces insistimos en negar lo evidente? “No, no puede ser. Esto no puede estar pasando” –nos decimos- aunque todos nuestros sentidos nos digan lo contrario. El séptimo día la evidencia fue tal que ni el más esperanzado optimista hubiese podido negarla: faltaba una pieza en “Muchacha en la ventana”.La misma obsesión que había empleado en juntar, una a una, las nueve mil novecientas noventa y nueve piezas que ahora se acoplaban perfectamente encima del tablero, la empleó Leire en buscar la pieza diez mil. No quedó un rincón de la casa en que no mirase, incluso tres o más veces, movió los armarios, rajó las fundas de los sofás, arrancó los rodapiés por si la pieza, traviesa, se hubiese deslizado entre estos y el suelo. Después de tres días de búsqueda alocada e incesante, en la que no cejó un instante a pesar de las protestas desesperadas de su mujer, el cerebro de Jorge acabó por sucumbir a la realidad: la pieza diez mil no aparecería. En el número de teléfono que figuraba en el certificado de garantía del puzzle, una grabación de una voz de mujer, átona e impersonal, informaba del cese de operaciones de la empresa fabricante del puzzle, y rogaba fuesen disculpadas las molestias. Tras pulsar el botón de terminar llamada de su teléfono inalámbrico, Leire dejó la mirada tan perdida como parecía estar la pieza número diez mil. Una hora después salía a la calle sin dar ningún tipo de explicación a su esposa. No volvió hasta la noche, una vez que no quedó en la ciudad una sola librería por visitar, ni una sola juguetería en la que preguntar. La evidencia había sido tan abrumadora como desoladora: no quedaban existencias del puzzle de diez mil piezas “Muchacha en la ventana”.
Dos ausencias llamaron la atención de Leire esa noche cuando llegó a su casa. Al lado del hueco, oscuro, impenetrable y ya conocido de la pieza diez mil, otro hueco se abría paso. Faltaba otra pieza.
Cuando Jorge Leire quiso preguntar a su esposa por la ausencia de la segunda pieza se dio cuenta de que ella tampoco estaba. En su lugar una nota de despedida coronaba el fogón de la cocina. Sólo leyó la primera línea, no quiso saber nada de la desesperanza de su mujer, de su desolación, arrugó la nota, la tiró a la basura y comenzó a buscar enloquecidamente la segunda pieza desaparecida. Esa noche permaneció vigilante, la mirada, fija y enrojecida, en el hueco obsceno e inexplicable que mancillaba el centro del puzzle. Sólo descansó un minuto, rendido al fin a las innumerables noches sin dormir, sin embargo fue suficiente. Al abrir los ojos, una tercera pieza había desaparecido, y ampliaba la nada que parecía querer apoderarse del tablero. Cuando desapareció una quinta pieza, Leire no se molestó ya en buscarla.
Un mes después de que colocase la primera pieza de “Muchacha en la ventana”, Jorge Leire pasa las horas sentado en la silla, con la mirada perdida en un árido tablero de madera, tan vacío como su propia vida.
8 de Julio, 2007 - 20:25
Triste y duro Gabi, como siempre me haces pensar, genera tantas reflexiones sobre la vejez, las oportunidades y las obsesiones que dará vueltas durante largo tiempo.
Cuídate amigo!
Adrià
9 de Julio, 2007 - 18:12
El único remedio para que un hombre obsesivo se libre de una idea fija es la aparición de otra idea que asalte su mente; pero la perturbación anímica subsiste por siempre. Muy buena manera de describirlo.
¡Vaya obsequio para un hombre obsesivo!
12 de Julio, 2007 - 10:14
buenos días primo…claro que lo recuerdo, y se echa de menos…
cuando desaparece una pieza es muy difícil recomponer el puzzle, cuando nuestros esquemas se rompen es difícil rehacerlos, pero no “Imposible”.
Que la mente no es un puzzle, estático, de cartón, por suerte
Más besos primo, cuidate!
12 de Julio, 2007 - 10:16
parece que ese cuadro nos inspira pérdidas…
http://4paredesrotas.blogspot.com/2007/04/tenemos-perdemossentimos.html
12 de Julio, 2007 - 10:29
Jajaja..! lo que nadie sabe es que era yo la que iba tirando las pieza una a una por la ventana…
Pd: Le informo, Sr Gabi, que tiene ud. una hija superdotá o algo parecido, yo a su edad era más simple que un botijo, aún jugaba con muñecas, botones y pinzas de tender la ropa.
Besos para toda su familia.
13 de Julio, 2007 - 15:21
Yo espero si logro llegar a mi jubilación, tener algo más que esperar de la vida, algo más que un simple puzzle donde pasar las horas.
Un besito Gabi, echaba de menos tus letras.
13 de Julio, 2007 - 19:52
Lástima que no comprende que una nueva vida comienza. La suya. Deberá escucharse, hacer caso a sus “¿y, sí?”. Donde la mayoría ve finales, no está mal contradecirlos y buscar inicios.
¡Qué bueno que regresaste!!!
Besos sin huecos.
14 de Julio, 2007 - 1:38
Pues creo que este hombre se equivocó en los sitios en los que buscar las piezas. Seguro que las habría encontrado entre los pendientes que llevaba puestos su mujer la última vez que la vio, o entre los dibujos que su hija le hizo y que él nunca llegó a mirar, o entre las piezas de dominó que le esperaban en casa de su amigo Luis al que dejó de ir a visitar… Si lo hubiera hecho quizás habría quedado un cuadro precioso, y no sólo me refiero al de Dalí
Besos enormes artista!
15 de Julio, 2007 - 13:40
Nos obsesionamos por cosas que no encajan y encima, caben en una caja.
Soy especialista en intentar acabar el puzzle sin reparar en que alguien mezclo mis piezas con las del Lego.
Un saludo,
Matilde
16 de Julio, 2007 - 11:01
sí señor.
Un abrazo
16 de Julio, 2007 - 12:39
Me ha gustado mucho la historia, he ido a parar aquí por intentar buscar el puzzle del que hablas en la historia, aunque no de tantas piezas !!! Si alguien sabe donde puedo conseguirlo, se lo agradecería.
Muchas Gracias
Besitos…
17 de Julio, 2007 - 12:28
Excelente regreso, Gabi!!! me encanta volver a leerte, ya sabes cuanto me gusta como escribes!
Un beso enorme
31 de Julio, 2007 - 1:46
Prometiste que aquí no entraba el polvo…
13 de Agosto, 2007 - 15:12
Vine recomendado por un buen amigo, desde luego este tipo nunca falla.
Me he sumergido y he encontrado mucho, Monigote, animalía, etc.
Simplemente felicidades, no creo que haya que decir demasiado más.
Además tocas la guitarra y cantas, yo un día también podía.
14 de Agosto, 2007 - 5:11
Para mi, los puzzles (o rompecabezas, como los llamamos por acá por razones obvias), son algo mas que perder el tiempo: son un reto contra mis propias limitaciones; una forma de demostrarme a mi mismo que aún puedo concentrarme y sufrir como niño, y al final sentir que realmente valió la pena (excepto cuando ocurre lo que pasó al personaje de tu historia…si, me ha ocurrido un par de veces…)
Saludos, Bro!
4 de Septiembre, 2007 - 10:17
Mi respuesta a este bello cuento… la pospongo, porque como bien le decía, es increíble el cruce de ideas… casi compartidas… ya le avisaré cuando tenga mi respuesta terminada.
Un verdadero placer volver a leerle.
Oleadas de besos.
6 de Marzo, 2009 - 22:08
Buscando puzzles, llego a esta pagina…Empiezo felicitando a todos ustedes, por darse la oportunidad de reflexionar.
Encuentro, en esta historia, una analogìa entre el puzzle y la vida de Jorge(y veo una etapa de mi vida). Ambos son impedidos, de cierta forma, en alcanzar la realizaciòn debido a una influencia externa.
Ahora, ¿cuàntas veces me ha sucedido algo similar?… ¿cuàntas veces he permitido que alguien o algo me impida seguir adelante?… ¿cuàntas veces me he quedado allì viendo como la vida me pasa?…
Tengo en la actualidad 43 años y sì, durante màs de 30 cedì mi poder personal a las circunstancias y a varias personas queriendo llegar muy intimamente, a travès de ellas, a mi realizaciòn y a hacer realidad palpable mis objetivos.
Afortunadamente, de alguna manera que desconozco, “la vida me da cada dìa una nueva oportunidad” y hoy por hoy voy hacia mi realizaciòn por mì mismo, ¿llegarè a ver concretado lo que quiero? No lo sè. Lo que sì sè es que disfruto cada dìa del viaje con todo lo que conlleva.
El recordar este pasaje de mi vida, sin esperarlo, al leer esta historia hace que mis ojos se pongan acuosos… en fin, gracias a todos ustedes…
Y sigo buscando puzzles, je, je. Gracias a ellos he descubierto maneras de ser en mì con las que funciono en esta vida, algunas de mi agrado, algunas no.
¡Salud! ¡Salud a todos y que Dios los bendiga!
19 de Marzo, 2009 - 0:03
Saludos, Antonio:
Espero que encuentres los puzzles que buscas.