Mar 5 Feb 2008
Los músicos no se retiran: paran cuando no hay más musica en su interior.
Louis Amstrong
No sé como podría describiros este silencio para que fueseis capaces de sumergiros en él conmigo. Yo, desde luego, hasta que me envolvió no había conocido nada similar y, por lo tanto, carezco de referencias para poder compararlo con algo que os pueda aportar el más mínimo dato. Creo que ni siquiera la palabra silencio es capaz de abarcar este vacío.
Tal vez lo mejor sea referir como empezó. No fue un estallido, ni una explosión atronadora capaz de destrozarme los tímpanos. Ojalá hubiese sido así. Eso podría explicarlo todo. Pero sólo fue eso, silencio, un silencio absoluto e incontestable, tiránico, una barrera infranqueable y cruel entre mi cerebro y los sonidos del mundo exterior.
Coincidió con el final de la última nota de la canción. Los armónicos de aquel postrer acorde vibraban aún en el aire, empecinados, queriendo sostener aún en su fragilidad todo el peso de la sincera emoción que me había embargado nada más comenzar a escuchar los compases inaugurales de aquella desgarradora y ,hasta entonces, desconocida melodía. Pero un simple acorde no puede sobrellevar tal carga y, al igual que el cauce de un pequeño río no podría aunque quisiera albergar toda el agua del mundo, todos los sentimientos que se afanaban, casi desbocados, por encontrar un acomodo en mi pecho se desbordaron, incontenibles, por la débil grieta que les brindaron mis ojos. Y así, mis lacrimales fueron la esclusa por la que fueron desaguando; aquella fue la vía de escape que impidió que me reventara el pecho. Y lloré. Lloré, y ojalá pudiera decir que como un niño, pero no sería cierto. Los niños saben casi siempre porque lloran. No era mi caso. Yo lo ignoraba por completo, o al menos ahora creo que elegí ignorarlo. De no ser así, tendría que plasmar aquí demasiado dolor y demasiada alegría, demasiada tristeza y demasiadas esperanzas; tal fue la mezcla de sensaciones que comenzaron a girar en mí, convertidas en un loco remolino, dueño absoluto aunque involuntario de mi corazón, apenas empezaron a llenar el aire viciado de aquel viejo y querido bar, las primeras notas de aquella última canción. Luego, al diluirse los ecos apenas ya perceptibles de aquel último acorde, como he dicho, llegó el silencio. Ni un sólo sonido ha vuelto a abrirse paso hasta mi entendimiento desde entonces.
Puede que mientras hayáis leído estas líneas os haya conmovido la compasión por mi estado, o incluso, ahora que releo mi propio escrito, haya sido yo culpable de trasmitir sin quererlo la sensación de ser digno de lástima. Siento si ha sido así. En realidad, desde que mis oídos decidieron cerrarse al mundo aquella tarde, con la indudable intención de capturar y hacer permanecer cautiva aquella melodía en mi cerebro, mi mundo se llenó de música. Debéis saber que jamás me sentí más lleno, y que aquellas notas evocadoras y mágicas, danzan ahora incansables y eternas por mi cabeza, sin distracciones ni equívocos. Es mi canción, pues, y la poseo sin posibilidad de alteraciones. Es mi canción y la conservo tal y como la escuché en aquel momento único y maravilloso. Es mi canción y la conservo en mi corazón, tal y como quiero conservarla.
¿Queréis tal vez saber el título de aquella canción?, ¿quizá su autor? Lo siento. No puedo ayudaros. Creo además que carece de importancia. Es más que probable que mi canción no sea la vuestra.
5 de Febrero, 2008 - 14:09
Sin duda eso es lo que llaman una canción pegadiza.
Bueno, en serio, otra vez gracias por conseguir expresar, de manera tan precisa y hermosa, sensaciones que para mí resultan indescriptibles.
Un beso grande y fraterno.
5 de Febrero, 2008 - 15:19
Canciones que sin saber cómo, llegan y se hacen un hueco en nuestras vidas.. Silencios que son gritos, sensaciones y tantos, tantos sentimientos
5 de Febrero, 2008 - 21:07
A mi juicio, es una de tus mejores creaciones.
La canción que tú escuchas ha de ser maravillosa para provocar en tí esas sensaciones y yo daría algo por poderlas compartir. Sí entiendo lo que dices sentir; alguna vez, sin duda, creo haber experimentado algo similar.
Muchos besos.
6 de Febrero, 2008 - 14:22
El mundo gira, en torno a una amalgama de sonidos, nuestro mundo interior a nuestros silencios, quien los disfruta, vive dos veces.
El relato es precioso, gracias por hacernos mirar donde algunos no vemos.
8 de Febrero, 2008 - 6:13
El que busca mis palabras para comprenderme
no llegará nunca hasta mí.
Sólo puede encontrarme por las cosas que callo,
sólo puede unirse a mí por mi silencio.
Las cosas que digo se me mueren en la boca.
Lo que callo,
porque lo desconozco,
es lo que más me pertenece.
-De Ana María Cué-
Hay una clave de Sol en tus adentros, Gabi.
Ojalá no te permitas desdibujarla.
Un abrazo.
In
10 de Febrero, 2008 - 20:44
Hay canciones y notas musicales que vagan por mi cabeza, y tan sólo escucharlas me devuelven tiempo atrás y…
Me guardo lo demás.
Un beso, me alegró volver a leerte.
13 de Febrero, 2008 - 13:37
Hola Gabi, hay algunas cosas en tu relato que me han hecho pensar mucho. Te las expongo brevemente:
1º: “Los niños siempre saben por qué lloran…” Sé que no es así. Los niños puede que lloren aprovechando algo contingente al real que les atraviesa, pero ese real que suelo negro como la muerte, ni lo saben ni quieren saberlo.
2º: “Un acorde no puede desencadenar todo ese raudal de sentimientos…” También sé que no es así. La música tiene ese extraño poder y un acorde o simplemente el silencio entre dos acordes puede desatarlo todo. Te lo dice una violinista…
3º: La petición de disculpas… ¿Desde cuando debe uno disculparse por sentir? Y ¿desde cuando eres tan omnipotente que crees que eres capaz de desatar sentimientos en los demás? Esa es una creencia muy extendida: creer que somos nosotros los culpables o los dioses -según se mire- de mover y desatar los sentimientos y las emociones del otro… Nosotros somos solo, en el mejor de los casos, la contingencia que se toma de excusa… El otro es siempre el responsable de lo que decide sentir, de cómo y cuándo decide hacerlo, etc…
Por lo demás, tu realto me ha gustado mucho.
Un gran abrazo
Hannah
15 de Febrero, 2008 - 17:20
Bueno, bueno…..son momentos de crisis que todo genio debe pasar, menos mal que terminó bien, y…. que canción dices que es?…..que es un secreto?…venga, vaaaaa, dímelo….vaaaa…..y yo te digo la mía.
Besillos de colores.
Pd: ¿quieres ver a mi gordi?
www.flickr.com/photos/lamaquinaderetratar/2262906289/
25 de Febrero, 2008 - 18:37
Es verdad. Mi canción no es la tuya.
Conozco su melodía que es mi melodía. Cada una de sus notas. Las conozco pero no la puedo recordar.
Besos y olvidos.
4 de Marzo, 2008 - 2:13
Y se puede sentir eso con mas de una canción?… Igual si, pero no tendrá tanta intensidad el momento, no? es que me estoy indignando conmigo misma por momentos, porque no sé cuál es mi canción!… tengo varias decenas… Quizás sea el momento de sentarme y hacer una lista, valorar y ordenar prioridades… ayss!
PD: Tenemos una sobrinita requeteguapa! Madremía, pa comérsela a besosss!
8 de Marzo, 2008 - 4:33
Cuando llegué al final del post deseé nunca haber llegado allí; pretendía que respondas las preguntas que dejaste =(
13 de Marzo, 2008 - 18:31
Gabi, me hiciste rememorar esa vieja cancion que a ratos escapa de mi memoria, pero que siempre está presente en mis recuerdos mas intimos…
Saludos, Bro!
16 de Marzo, 2008 - 3:43
sublime.
tal como te recordaba.
ha sido una delicia encontrarte nuevamente.
25 de Marzo, 2008 - 5:24
Escribe, Gabi, escribe.
Insanity
11 de Abril, 2008 - 9:39
Hola, vine a dejarte una sonrisa.
:-)
y besos de colores, por supuesto.