La avaricia es de naturaleza tan ruin y perversa que nunca consigue calmar su afán: después de comer tiene más hambre.
Dante Alighieri

 

Es conveniente para la comprensión adecuada de este relato haber leido primero el precedente. Luego no vengan diciendo que no lo advertí. Pinchando aqui todo resuelto.

Paso 3: Conseguir Financiación.
Con la inestimable ayuda de Ramonín, que expandió mi verbo por entre su círculo de amigos, el ejército de mis seguidores crecía día a día y eran incontables ya el número de seres humanos espiritualmente perdidos que se acercaban a mi casa-santuario para ver mi luz, comer de mi alimento, dormir bajo mi techo, ver mi televisión y, (los muy malditos), beberse mis Coca-colas (debilidad ésta por los refrescos de cola que me aqueja desde antes de mi revelación y que conservo como efervescente reliquia de un pasado oscuro). Era yo, el guía, sustento material y espiritual, razón por la cual en una de las habituales prédicas que yo realizaba entre la muchedumbre congregada en mi salón, dióme por decirles a los descarriados corderos de mi rebaño: “Ved, hermanos, como cuido yo de vosotros, cual si fueseis lirios del campo”, frase que, al parecer, fue muy bien acogida entre la plebe porque, por un momento, dejaron de ver la televisión y de beber cervezas y Coca-colas, para responderme risueños y jubilosos: “Para lirio tú, so capullo”. Ensalzóme tremendamente el alma el ser comparado de ésta manera con una joven flor, y motivóme, pese a los arduos inconvenientes, a seguir adelante en mi crucial empeño de difundir la luminosa verdad que habíame sido revelada.
Viendo la “Gran Madre” la necesidad de remediar aquella situación ruinosa, urgióme a solventar de alguna manera la actuación de mis seguidores, a los que ella más bien acostumbraba a denominar piara y no rebaño como era mi costumbre; y añadió también la Gran Madre, (colocándose en medio de mis fieles y usando una voz como de truenos divinos), que allí no seguía viviendo de gorra nadie, y que si no se ponían pronto a trabajar les iba a dar con la lámpara de mesa en la cabeza y que entonces si que iban a saber lo que era ver la luz. Dicho esto, repartió entre mis recientes acólitos un “pack” completo de evangelización que había preparado el tío Alberto, a saber: unas octavillas informativas elaboradas en el ordenador, unas inmaculadas túnicas blancas y unos botes metálicos de galletas con una ranurita en la tapa para la obtención de “optativas” donaciones a la causa. Estableció la Gran Madre que aquel acólito que regresase a mi “sancto santorum” sin el bote de galletas lleno, demostraba no poseer apego a mi persona y no merecía, por lo tanto, pernoctar cerca de la fuente de luz que yo representaba, y así pues moraría en la oscuridad eterna, o como mejor expresó mamá “se iría a la puta calle”. La iniciativa de la Gran Madre tuvo un éxito inmediato, y quiso de esta manera la Luz primigenia que acabasen por fin nuestras penurias económicas.
Dotados como estaban mama y tío Alberto de una facilidad pasmosa para comprender los asuntos pecuniarios de la humana condición, no tardaron en abrir nuevas vías y fuentes de financiación para la causa. Víme, por ejemplo, contestando al teléfono de una línea 806 a la que las personas necesitadas de luz, llamaban esperanzadas en busca de respuestas, y así podía yo de esta manera confortar su alma y a la par la mía que también se regocijaba por la labor realizada. Como decía tío Alberto: “conforta, Manolito, conforta todo lo que quieras, y cuanto más rato confortes mucho mejor para todos”. Al parecer, cuanto yo más confortaba nuestra vida era más confortable. Fue tal el éxito de la línea telefónica que pronto no di a basto a contestar yo sólo a todos los necesitados, por lo que víme forzado a delegar en mis fieles seguidores la tarea de proclamar la luz y redimir de las tinieblas, a través de los impersonales pero efectivos hilos telefónicos, y resultó que adquirieron mis fieles la costumbre de pasarse las llamadas de unos a otros a la voz de “no cuelgue, que ahora le paso con otro hermano” para así mejor confortar entre todos a los confortables usuarios de nuestro servicio evangelizador on-line.
La publicidad realizada en distintas cadenas de televisión, al principio locales, regionales luego y nacionales más tarde, dieron también sabrosos frutos de los que la causa se abasteció hasta estar saciada. -Envía un SMS al 5567 poniendo “Luz” espacio “Guisucos” y recibirás una estampa virtual del “Guía Supremo”-; o -manda “Tono” o “Politono” espacio “Guisucos” y recibirás en un tu móvil el aviso de llamada con la voz del líder diciendo “El Cosmos te llama, contesta hermano”-. Asimismo, muchas almas enfermas fueronse uniendo a la causa, y la causa, generosa y desinteresada como pocas, pedía, únicamente y por su bien, la renuncia a los bienes materiales que les esclavizaban y que, a partir de su ingreso, pasaban a formar parte de los bienes comunes que la Gran Madre y el Gran tío (así se le empezaba a conocer) administraban, soportando ellos abnegadamente el peso de tal responsabilidad. Recuerdo emotivamente cuando una de aquellas almas perdidas se liberó de todas sus pertenencias para abrazar la causa, comentando entre sollozos “me habéis dejado sin nada, no tengo ni para pagar el recibo de la luz, pero nunca estuve tan iluminado”. Comentario éste que nos gustó mucho y que decidimos incluir como “slogan” en la captación de nuevos adeptos, con lo que el acólito de la ocurrente frase pasó de ser un “acólito anónimo” más, a ser el acólito responsable de marketing y comunicación como le llamaban mamá y el tío, o “propagador de luz” como me gustaba llamarle a mí.

Habiendo dejado yo en manos de la Gran Madre y del Gran tío las inevitables molestias inherentes a las cuestiones financieras, pude dedicarme, a satisfacción y por entero, a esparcir la verdad, la luz y la fe entre todas las pobre almas que lo precisaban, que eran muchas y cada vez más, y dábase el caso de que había entre aquellas buenas gentes que se acercaban a mi, numerosos y agraciados seres humanos del género femenino, que precisaban del consuelo de mi amor y del bálsamo de mi cariño, motivo por el que decidí abordar el “Paso 4″ de mi protocolo, el cual, la luz primigenia mediante, os será revelado tal vez mañana, o tal vez pasado, o quizás otro día según la luz me ilumine que, al fin y al cabo, para eso está la luz, para iluminar y para iluminados.

Lo escribió Gabi y lo guardó en Parábolas y Cuentos , El Guía Supremo del Cosmos