Me había prometido no utilizar aquí material antiguo. Al fin y al cabo, esta bitácora nace como una forma de obligarme a escribir, cosa que había dejado de hacer hace ya algún tiempo.
Sin embargo, a veces, uno pretende describir una sensación, un momento, y se da cuenta que no va a conseguir hacerlo mejor de lo que lo hizo hace ya tanto tiempo.
Por eso me permito traer aquí una canción antigua que volvería a firmar hoy sin temblarme la mano.

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El día primero el sol se oscureció
Nubes tan negra como negra es mi alma
Ya por la noche la luna no brilló
Lloraron los peces su reflejo en el agua

El día segundo comenzó a llover
Polvo y ceniza sepultaron mi tierra,
flores inertes en un yermo jardín
grietas sangrantes como heridas de guerra

Y al día siguiente flotaron las gaviotas
en un mar quieto preñado de alas rojas.
Uno tras otro planetas y cometas
se fueron yendo hacia otro firmamento

Soy árido desierto…

El cuarto día se secaron los ríos,
venas marchitas de un corazón dormido,
cauces de piedra suplicando un caudal
de agua que sacie la sed de mis estíos

El quinto día el viento cesó,
no arrullo amante a los árboles yertos,
brazos resecos hacia un reseco sol,
dedos quebrados añorando su vuelo.

Y al día siguiente hablaron las montañas
voces de lava sobre el rumor del agua

Soy árido desierto…

Y el séptimo día empezó lo peor.
El séptimo dia todo fue escarcha,
sólo vacío enfrentado a vacío,
sólo mis ojos mirando la nada.

Soy árido desierto…

Lo escribió Gabi y lo guardó en Mis Canciones